CAPITULO 12

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Wazza mis empanaras les voy a regalar dos capitulos este y el siguiente

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Recordando el capítulo anterior:

"-Ni la mitad de cruel que el daño que tú podrías hacerle. Será mejor que me devuelvas el anillo antes de que se nos olvide.

Ella extendió la mano. No podía creer que aquello estuviera sucediendo. Mientras se quedaba paralizada intentando asimilarlo, Kendall le dirigió una mirada final de odio y salió de su apartamento mientras ella escuchaba desvanecerse el sonido de sus pasos."

Capitulo 12

A _____ le costó mucho dormirse y, cuando por fin se adormiló, Emma estaba allí, mirándola con tristeza. _____ gritó, pero Emma se desvaneció y el mundo se convirtió en un sonido insistente. Se despertó comprendiendo que alguien estaba llamando al timbre de su puerta

El reloj marcaba las cinco de la mañana. Saltó de la cama tambaleante y se puso una ligera bata sobre el camisón de algodón. El timbre seguía sonando mientras recorría adormilada el pasillo y encendía la luz del recibidor, que, gracias a dios, tuvo el efecto de hacer que quienquiera que llamara separara el dedo del timbre. Abrió la puerta para encontrarse con Kendall.

Tenía un aspecto horrible. Tenía ojeras oscuras bajo los ojos y parecía un hombre que hubiera vivido un infierno. Todavía llevaba la misma ropa con la que había salido de su casa, pero, en contraste con su inmaculada apariencia de entonces, el cuello de su camisa y la corbata habían sido aflojados de un tirón.

-¿Puedo pasar? -preguntó.

Ella se apartó para dejarle entrar y cerró la puerta. En la salita, él se dio la vuelta para mirarla.

-¿Es demasiado tarde para pedirte que me perdones? -dijo en voz muy baja.

Ella le perdonó al instante. El dolor se dibujaba por toda su cara y ella no pudo soportarlo.

-Está bien -dijo.

-¡No! -sacudió la cabeza como para despejarse la mente-. No está bien. No tenía derecho a hablarte así sólo porque me dijeras... cosas que no quería oír. 

-Probablemente esté equivocada -dijo ella con rapidez.

-No... sí... no lo sé, pero ni siquiera quise escucharte porque si tenías razón... Veras, quería que todo fuera perfecto para ella, pero es demasiado tarde, ¿verdad?

Tenía la cara constreñida.

Un millón de palabras acudieron a los labios de _____, pero las rechazó. Las palabras eran inútiles en ese momento. Extendió los brazos y él se acercó cegado a ellos.

-Ayúdame -susurró.

La abrazó con fuerza, con desesperación, como si fuera el único refugio en un mundo traicionero.

-Siento lo que he dicho -murmuró _____-. No quería decir que todo saliera...

-Pero es cierto, ¿verdad? -dijo él con amargura-. Lo estoy haciendo por mí mismo, para tranquilizar mi conciencia por no haber sido antes mejor padre. Pero te juro que daría mi vida por Emma. Es la única persona en el mundo a la que amo.

-Ya lo sé -dijo _____ con un leve suspiro-. Ya lo sé. -Él se apartó para mirarla.

-No sé qué hacer -le confesó-. Estoy intentando hacer lo correcto y siempre me equivoco, porque al final, no existe lo correcto. Al final va a morirse y yo estoy intentando aparentar que no es verdad -tenía los ojos terribles y débiles-. Pero es verdad, ¿no? 

-Sí. Es verdad.

Entonces, como no había nada más que hacer, ella apoyó la boca brevemente sobre la de él. Kendall no le devolvió el beso, pero lo aceptó y ella sintió su cuerpo grande y fuerte relajarse en sus brazos. Cuando él apartó los labios de los de ella, no se apartó, sino que apoyó la cabeza sobre su hombro como si estuviera demasiado débil como para hacer otra cosa que no fuera recibir consuelo.

Al final, ella se obligó a soltarlo. Estar tan cerca podía resultar peligroso. Lo deseaba demasiado, pero él no estaba interesado en ella como mujer.

-Déjame preparar un poco de café -dijo intentando sonar ligera.

El la siguió a la cocina.

-No he ido a casa desde que me fui de aquí -dijo él-. He estado conduciendo un buen rato. Después he caminado millas, dios sabe dónde, cualquier sitio.

-Pareces agotado...

-Quería agotarme lo suficiente como para no pensar, pero no ha funcionado. No podía olvidar lo que realmente me disgustaba, el que tú pudieras tener razón. Por eso me enfadé tanto contigo.

Ella asintió y le puso una taza de café delante, él vaciló antes de decir:

-¿Podrías aguantarnos otra vez, a Emma y a mí? No será fácil.

-Lo conseguiré -le sonrió-. Tú me necesitas. Los dos me necesitan.

-Sí, es verdad.

-Pero,Kendall, si voy a ser la madre de Emma, debes dejarme ser su madre. Una madre de verdad, no alguien que pueda ser contratado y despedido cuando a ti te vaya bien.

-No sucederá de nuevo -prometió-. Confío en ti más que en mí mismo -esbozó una débil sonrisa-. Creo que instintivamente lo supe desde el principio, que se podía confiar en ti.

-¿Desde el principio? -preguntó ella con ligereza-. ¿Quieres decir durante esos dos meses en que ni te enteraste de que estaba ahí?

-No, quiero decir desde el día en que me fijé en ti, cuando soportaste todo lo que te dicté sin tomar ninguna nota y no te equivocaste en nada. Supe que eras eficiente y que se podía confiar en ti. Nunca imaginé lo importantes que esas cualidades podían llegar a ser para mí.

«Así es como me ve: digna de confianza», pensó ella con amargura. Pero al menos la necesitaba y eso la consolaba.

-¿Qué hubiera hecho si no te hubiera encontrado? -musitó él en voz alta.

-Eso no importa. Me has encontrado y aquí estoy para ti.

-Eres la mujer más comprensiva...

-Yo también he dicho cosas terribles

-No quiero decir eso. Te prometí que no te pediría nada para mí y he reñido contigo, te he intimidado...

-Tengo bastante aguante. 

-Bueno, supongo que eso ya lo sé ahora.

Entonces sacó el anillo de diamantes de su bolsillo y se lo puso en el dedo. No habló, pero por un momento, su mano alisió la de ella con firmeza.

-Será mejor que me vaya a casa -dijo con voz ronca-. Buenas noches. Y gracias.

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