Cap 18

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Reproche

Kikyo observaba la deplorable condición de Kagome, se dispuso a dejarla bajo la lluvia y que así se quitara todo lo que tenia encima. La lluvia limpiaba los olores, y ella después procedió a colocar sus manos sobre la espalda de Kagome. Su intención era curar parte de sus dolores y lo sentía.

Las almas ya no deseaban salir del cuerpo de Kikyo, ambas estaban fuertemente divididas. Pidió a Kagome extender sus manos hacia ella y en un esfuerzo le quitó un alma llena de tristeza y pena que le sirvió a Kikyo para seguir viviendo un poco más.

-Con esto ya te sentirás mejor pero no sé que haras con tus recuerdos, tendrás que vivir con  ello --le dijo Kikyo peinándose el cabello-- No logro entender porqué haz dejado que esto sucediera. Eres una niña ingenua y alejarte de Inuyasha--

- No me hables de eso, Inuyasha sólo piensa en ti

Había un silencio incómodo, Kagome desvió su mirada hacia un árbol de tallo obscuro mientras Kikyo estaba frente a un árbol de madera clara.

Había suspirado fuerte y habló

- Yo ya he muerto pero no te da derecho a tratar de seguir mis pasos, puede que Inuyasha me ame pero esto es diferente, es tu  vida lo que está en manos de esos demonios, no tienes porqué menospreciarla, debes defenderte

- No puedo --Susurró Kagome, pensando en aquel amado que la había raptado. Aquella poción la  nublaba.

- Mirame y escucha lo que te diré --ordenó Kikyo en tono severo-- Inuyasha también depende de ti, no dejaré que falles en esto... Inuyasha no debe enterarse nunca de estas ocasiones y debes terminar de encontrar los otros fragmentos para eliminar a Naraku, sólo asi...

- ¿Sólo así?

- Sólo así tendremos paz --respondió Kikyo a las palabras de Kagome.

- Es tan sencillo decirlo pero --

- Kagome, eres mas de lo que crees pero eres una tonta. --Sentenció Kikyo dándole la espalda.

Yo ya estoy muerta, nunca podré volver a ser la de antes y tu deber si yo desaparezco, será destruir a Naraku. Quien tomó posesión de tu cuerpo como mujer...Yo nunca me lo permití, no caí en sus perversiones. Aunque sí estuve en manos de mi querido Inuyasha... No sé que pasará ahora --reflexionó Kikyo dejando atrás a Kagome.

Minutos después la lluvia había cesado y Sango encontró a Kagome, la llevó en Kirara y ella le pidió regresar al pozo.

- ¿Estás segura Kagome?

- Sí por favor, quiero irme.

Mientras iban volando, vieron a Sesshomaru quien se acercó sorprendiendo a Sango.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Deseo hablar con  la miko

- No quiero, Sango vamonos de aquí. --la mirada fría de Kagome asustó en parte al gran señor Sesshomaru, quien no las siguió.

Al final se habían ido y llegado al pozo.

- Sango, no le digas a nadie lo que ha pasado.

- Esta bien, será un secreto Kagome --le dijo tomando sus manos y después viendola irse. Aquel  día tormentoso estaba lejos de acabar.

- ¡Estupidez! Deberíamos matarla de una vez. ¡Maldita Kikyo! ¡Maldita!

- ¿Porqué no la matas de una vez? Preguntó una voz de niño en su habitación.

- porque es débil y no puede matar a quien ama por  su corazón híbrido, no puede destruir a sus dos estorbos --dijo una voz de araña maligna.

Naraku, con el aspecto de Kagewaki, rompió las ventanas de su querido palacio. Después de que Kikyo se llevara a Kagome, del enojo había destruido el gran espejo. Ahora solo tenia el de Kanna el cual no le gustaba para nada.

- Eres un tonto entregando tu alma a esas mujeres, no le veo la gracia --decía la voz de niño

- Esas mujeres son las causantes de mis energías malignas, gracias a ello es que puedo crear y crear más monstruos. Estoy cansado de todo pero aun... Aun falta recuperar la perla entera --contestó Naraku.

-Que tonto eres, siempre dejándote llevar por tus emociones. --susurró la voz de la araña maligna.

- Kagura!

- ¿Qué quieres Naraku?

- ¡Traeme una mujer joven, no importa si está viva o muerta, hazlo ahora! --ordenó Naraku. Aquella expresión que tenía en el rostro sólo significaba que aquella que trajera, sería destrozada en sus garras y perversión.

- Sí Naraku.

Que asco, por supuesto que la traeré muerta, no deseo escuchar gritos de dolor en mi espacio de tranquilidad, asqueroso Naraku --Pensó Kagura alejándose.

Él es puro ámbarWhere stories live. Discover now