Capítulo 1

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Hola! Aquí traigo el fic que prometí, crossover con el universo Harry Potter jejeje. Tengo que reconocer que estoy emocionadisima con esta historia como fanática absoluta del universo de HP y espero que disfrutéis de este viaje y me lleneis esto de comentarios para saber que os gusta.

Se lo quiero dedicar a Candy porque es la culpable absoluta de que exista este fanfic.

Disfrutad:

I

Por fin, después de meses esperando aquel momento, devorada por las ganas casi enfermizas de que el tiempo corriese en el calendario, con los nervios provocando un ligero tembleque en sus manos, entraba en la estación de King's Cross, empujando con prisa su carrito donde llevaba el baúl con todos los enseres necesarios para empezar su nueva vida, lejos de Londres, lejos de casa por primera vez en toda su vida.

Escuchaba a sus padres tras ella, intentando seguir su ritmo y leyendo, una vez más, las instrucciones recibidas con aquella carta que había cambiado por completo su visión de la vida y arrojado luz sobre muchas cosas inexplicables que siempre la habían rodeado.

Desde muy pequeña ya había demostrado no ser igual que todos los niños que la rodeaban, convirtiéndose rápidamente en el bicho raro, apartándola y convirtiéndola en una muchacha solitaria. Ser hija única no ayudaba ya que sus padres, sin poder entender qué pasaba con su pequeña, la habían arrastrado a demasiados especialistas, psicólogos y médicos incluso algunos de dudosa reputación para descubrir por qué, cuando su hija se asustaba o se sentía herida, era capaz de hacer cosas increíbles sin pronunciar palabra.

Adoraba a sus padres, no podía haber tenido más suerte con ellos, jamás se asustaron de ella o decidieron tirar la toalla, escuchando cada uno de sus miedos, el dolor que le suponía sentirse diferente sin que hubiese una explicación lógica, crecer sintiendo que su mundo no la comprendía, que no pertenecía a ese lugar... Hasta que al cumplir los 11 años llegaron las respuestas en forma de carta, aquella carta que al principio se tomaron como una broma de mal gusto hasta que un pequeño resquicio de duda nació en sus mentes porque, de ser real, explicaría toda su vida y le daría un sentido.

Había sido aceptada en la escuela Hogwarts de magia y hechicería, para empezar el primer año de su formación en aquel lugar donde se le enseñaría a utilizar el don de la magia con el que había nacido, pasando desapercibida en una familia donde nunca antes había nacido un mago.

Tras hablarlo largo y tendido, los tres juntos pues sus padres jamás la dejaban fuera cuando se trataba de tomar decisiones sobre ella, acordaron intentar descubrir a donde les llevaría ese nuevo camino, siguiendo las instrucciones que habían recibido donde se explicaba qué material iba a necesitar y dónde comprarlo. Aun recordaba con asombro como habían llegado al callejón Diagón, como una de las personas que custodiaban la entrada, al verlos tan perdidos con aquella lista en las manos, les ayudó a llegar golpeando los ladrillos adecuados con su varita, abriendo ante ellos un mundo nuevo donde ella por fin se sintió, después de 11 años, en casa.

Recordaba, con una sonrisa enorme en su cara y sus ojos castaños brillando impacientes, como habían recorrido ese lugar de arriba abajo, comprando todo cuanto era necesario para empezar en su nueva escuela, los libros de texto, las túnicas, el material de pociones y su varita, la misma con la que había sentido una conexión difícil de explicar en cuanto la tuvo en sus manos, sabiendo que había sido elegida para portarla y estaba perfectamente guardada en su baúl.

Llevaba también una jaula con una lechuza parda que sus padres quisieron regalarle, recordando como su carta había llegado por medio de uno de aquellos animales, imaginando que esa sería la forma que tendría su pequeña de enviarles correspondencia y contarles cómo se iba adaptando a esa nueva vida ya que dudaban mucho que, desde una escuela de magia, pudiese utilizar el servicio postal más tradicional.

En el andénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora