Capítulo 2

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Hola! Ya estoy aquí con esta fantasía de fanfic jeje. No me enrollo que es tarde. Solo quiero decir que se lo dedico a mi Minion, porque es una valiente que se atreve a volar conmigo convirtiendome en un UWU gigante.

Recordad que los comentarios me dan años de vida JEJE.

Disfrutad:

II

El tren repiqueteaba sobre las vías, camino a la escuela un año más. Podían escuchar el bullicio de alumnos más jóvenes, corriendo por los pasillos, los saludos de amigos que se reencontraban tras un largo verano, los nervios y la alegría de aquellos que comenzaban su primer curso unido a los gritos de los prefectos llamando al orden, dibujándoles una sonrisa en el rostro.

Casi por inercia, se habían adueñado de un compartimento para ellas solas, disfrutando así de su mutua compañía tras todo el verano separadas y comunicándose únicamente por carta, por primera vez en cinco años, ya que Irene había viajado al extranjero para visitar a parte de su familia y no había pisado Inglaterra hasta su vuelta a la escuela, sin poder ver a Inés en ningún momento de las vacaciones.

La joven Gryffindor estaba sentada con las piernas sobre el sillón, cara a la ventana donde observaba el paisaje en silencio, sintiendo el peso agradable y familiar del cuerpo de Inés, apoyada contra su pecho y envuelta entre sus brazos, respirando ambas al mismo compás, tranquilas y serenas, disfrutando de aquel silencio que las envolvía pues, en muchas ocasiones, no necesitaban romperlo para comunicarse entre ellas. Con su índice, dibujaba el dorso de la mano de la joven Slytherin, dejando pequeñas figuras sin nombre, distraídamente, mientras dejaba que se acomodase contra ella, que suspirase de pura satisfacción al volver a encontrarse en ese abrazo, sonriendo más si cabía al mirar fijamente por la ventana y volar, en su mente, seis meses atrás en el tiempo donde para bien o para mal todo había cambiado para ellas.

***

Seis meses antes:

No se atrevía a abrir los ojos, firmemente cerrados mientras se aferraba, quizás demasiado fuerte, a la cintura de la joven gryffindor que, una vez más, la había convencido de cometer una de sus locuras sin sentido. Notaba el viento golpear su cara con fuerza, sobre esa escoba que Irene manejaba con tanta destreza y a ella le generaba un pánico horrible pues en cuanto sus pies dejaban de tocar el suelo se sentía completamente perdida.

No sabía que pretendía Irene, simplemente se había dejado arrastras por ella a esa aventura sin sentido porque era consciente de que, en menos de dos meses, dejarían el colegio para disfrutar de unas merecidas vacaciones de verano, las primeras desde que se habían conocido en las que no pasarían algunas semanas juntas ya que Irene viajaba fuera del país e Inés sabía ya de antemano lo mucho que iba a echarla de menos.

Era un hecho la mar de insólito para ellas pasar tres meses enteros sin poder verse ya que, desde el mismo momento en el que se conocieron en el andén, habían sido uña y carne, prácticamente inseparables, forjando una amistad extraña y fuera de lo común ya que el sombrero había mandado a su amiga a Gryffindor, tal y como ella había vaticinado. Desde entonces sus veranos se volvieron curiosos, invitada por Irene a conocer su mundo, descubriendo así de su mano lo fascinante que podía llegar a ser vivir sin magia durante un tiempo, disfrutando de cosas desconocidas para ella como ir al cine o perderse en un centro comercial.

Sus padres la habían educado desde que nació con los valores del respeto y la comprensión, jamás dudaron en dejarle la libertad necesaria para que desapareciese durante semanas en el Londres muggle donde su hija era extremadamente feliz, sobre todo porque así veía a su amiga, la misma de la que no dejaba de hablar en todo momento, la mejor que tenía en todo el colegio.

En el andénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora