—Lio estuvo ayer hablando de ti, se preocupa mucho por sus compañeros y sabe que Frenkie es nuevo y joven— comentó la esposa del número diez— dijo que estaba muy feliz por que el muchacho había conseguido ese pedazo de felicidad que parecía faltarle.
Alessia sintió sus mejillas enrojecerse cuando uno de los hijos del argentino gritó.
—¡Goooooooool!— gritaba Thiago— este partido esta demasiado fácil.
Alessia río por las ocurrencias del niño que le sonrió.
—También me dijo que de Jong le pidió hacer todo lo posible por dejarlo hacer un gol hoy— río Antonella.
—¿Hablas enserio?— pregunto la castaña.
—Quiere impresionarte.
—Lo hace todos los días— paso así todo el partido gritando cada vez que Frenkie tenía la pelota y conversando con Antonella.
Pero en los últimos minutos de juego lo hizo, un maravilloso gol que le dio la victoria al Barça.
El chico corrió y señaló donde se encontraba ala muchacha lanzando un beso y haciendo un corazón.
—¡Que tierno!— fueron las palabras de Antonella.
Alessia estaba muerta de amor con el chico, jamás en su vida la habían querido tanto y la verdad tenía miedo de que aquello se acabara.
Frenkie le había robado totalmente el corazón sin duda y era su decisión si lo rompería o no.
Pero la verdad también tenía miedo por su padre, el hombre era capaz de lo que sea con conseguir que su hija hiciera lo que quería.
Pero su madre siempre estaba ahí para defenderla y hacerlo entrar en razón, como cuando decidió estudiar otra cosa que no fuera economía y decidió irse de Holanda a España.
Su madre le convenció de pagar su departamento y la universidad.
—Vamos a los vestuarios— le invitó Antonella.
—Oh no, no te preocupes esperaré a Frenkie afuera.
La argentina negó inmediatamente.
—Claro que no ahora eres parte de esta loca familia de fútbol, eres bienvenida en los vestuarios— halo de su mano mientras que también tomaba la de su hijo mayor.
Desde afuera se escuchaban los gritos y risas de los jugadores en el vestuario.
Antonella tocó la puerta para escuchar un adelante.
Entro con una sonrisa.
—¡Felicidades chicos!— gritó la mujer tirando de Alessia que se negaba a entrar.
