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Cuando ambos chicos volvieron a casa frenkie parecía haber tenido un excelente día mientras que Alessia no podía estar peor.
El chico trato de preguntarle que le pasaba a lo que la chica respondió que estaba nerviosa por mañana.
A la mañana siguiente la chica se levantó más desanimada que nunca.
¿Donde habían quedado todas las palabras que le había dicho hace menos de tres días?
¿Tan rápido había cambiado de parecer?
Cuando entro al baño quiso llorar por días, de pequeña su padre le había enseñado a no llorar por que según él haciéndolo nunca ganaría nada pero en ese momento era lo único que quería hacer.
Pero no lo hizo.
—Tus lágrimas valen oro— se dijo a sí misma al espejo recordando una frase dicha por su abuela— y ningún pendejo las merece.
Lavo su cara y salió de allí encontrándose al rubio preparando él desayuno.
—¿entonces como te fue con de Ligt ayer?— preguntó.
—excelente, tuvimos un muy buen día.
La chica solo asintió con ganas de reclamarle, pues sabía que era mentira pero no lo hizo.
Al menos por esta noche lo necesitaba, no podría estar en el mismo sitio con Erik sin él ahí.
—Mi ex estará allí— comentó la chica— ¿te puedo pedir algo?
—lo que quieras amor.
Esa última palabra le dolió.
—No me dejes sol con el, por favor.
—¿por que?
—Solo, no lo hagas Frenkie— susurro preocupando al chico que sin más asintió.
La noche cayó y ambos chicos fueron recogidos por los mismos hombres que el primer día pero aquel viaje duro mucho más que aquel.
Pero cuando por fin llegaron frenkie no pudo hacer más que admirar con asombro la casa de la familia de su novia.
