Décima quinta parte

147 11 0
                                    




Décima quinta parte



Tan pesada se sintió su respiración que por unos segundos consideró mejor dejar de hacerlo, rehusarse a continuar con esa pasiva acción vital. Los azules ojos de Naruto lo observaban fijos, demasiado atentos al menor de sus movimientos, con tanto descaro que nuevamente sintió las náuseas acrecentarse.

— Puedo compensarte... te trataré con afecto si lo deseas.

Cada incongruencia que soltaba solo lo desesperaba más, ¿había oído bien acaso?

¿Aquel rey consideraba si quiera la más remota posibilidad de que fuese a quedarse a su lado por voluntad propia?

La molestia en sus caderas y espalda se sintió ridícula junto a la angustia que estaba calándole por la cara seria con la que Naruto exponía sus disparatadas injurias.

— Por todos los cielos... — fue más un susurró quedo en tanto se encogía lo más que podía, no quería escucharle, Itachi cerró los ojos unas milésimas, agobiado y deseando olvidar todo lo acontecido ese día.

— Puedo darte algo de tiempo para pensarlo.

La última declaración fue suficiente para hacerle sentir de nuevo humillado, se incorporó como pudo viéndole con genuino desdén.

— Me diste tu palabra — le dijo en tono áspero y cortante. Sus ojos negros fijos en el nefasto gobernador que indudablemente había perdido el juicio.

— Lo hice y no pienso romperla, sin embargo — hizo una pausa dejando apreciar como tragaba pesado logrando hacer bailar su manzana de adán. — Te concederé oro y joyas si lo prefieres, si te interesa podremos llegar a una alianza para beneficio de tu gente, sería su aliado y no su enemigo. Imagina las posibilida-

— ¡Me diste tu palabra! — Esta vez gritó interrumpiéndolo sin importarle que apenas las sábanas cubriesen su desnudez, aquello debía ser alguna cruel broma, Naruto no podía estar realmente considerando aquel delirio, — ¡soy tu prisionero! No creas que por mantenerme calmo significa que llegue a sentir algo más que odio por ti.

No estuvo seguro de sus palabras afectaron de alguna forma a Naruto, el rey parpadeó algo más rápido apartándose de inmediato, — ¡pero disfrutaste en mis brazos! — bramó entre indignado y dolido.

El mareo fatal fue intensificándose, como pudo se sentó al borde la cama, aun arrastrando las cobijas para cubrirse, negando incesante, dejando que sus largos cabellos cayesen delante de su rostro.

Grotesco.

Rememorar como hace instantes fue forzado a de alguna manera a corresponder a las detestables caricias, a la repugnante fornicación que se repetía constante terminaría por enloquecerlo.

— No hay manera, — empezó en tono bajo — de que pudiera disfrutarlo...

— Estas mintiendo...

Más que producirle risa, se sintió hervir de rabia, agotado por los constantes tormentos y las asquerosas afirmaciones, dejó de pensar con total claridad, sus ojos de inmediato localizaron la espada corta que Naruto utilizaba, dejada convenientemente cerca de su alcance. Presuroso la tomó antes de que pudieran evitarlo, desvainando el filo del arma con habilidad innata la llevó hacia su vientre hinchado ante la mirada aterrada del rey.

MaleficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora