|17|Llamada

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#Seven#

Mamá me llamó el día de hoy, después de nueve meses sin hacerlo.

Yo estaba emocionada de recibir su llamada, al menos eso me hacía pensar que ella se acordaba de mí aunque sea una vez cada mil años.

Estoy acostumbrada a recibir poco de ella, así que me conformo con una sola llamada.

Mi primo se ríe de mi cada vez que eso pasa, él me dice que soy una conformista, pero yo sé que por dentro él adoraría recibir una sola llamada de sus padres, pero resulta que la última vez que los vio fue cuando tenía ocho años.

Mi madre me saludó con un sencillo "hola" que hizo a mis mejillas arder de tanta emoción contenida. Me dijo que andaba con Fernando comprando un anillo cerca de Madrid, y me resultó raro, pues la última vez que me llamó había dicho que estaba pensando en comprar una casa para vivir con Peter en Lima.

-¿Y cómo van tus estudios? Espero que bien, para que después puedas recorrer el mundo igual que yo, aunque si no quieres también puedes ayudar monetariamente a tu pobre madre para que lo siga haciendo.

-Tendría que estudiar en la universidad y luego trabajar unos años, y aún falta mucho para eso.

-¿Aún no entras a la universidad? ¿Qué estás esperando? No puedes vivir para siempre con la abuela.

-Lo sé, madre, es solo que aún no tengo la edad para entrar.

-Tienes razón. Ha pasado tanto tiempo sin verte que ya hasta se me olvida tu edad.

No quise preguntarle a mi madre la edad que pensaba que tenía, porque estaba segura de que no la sabría, y eso me daría una enorme patada en los sentimientos.

Nos quedamos calladas en ese momento, dado que no teníamos mucho de que hablar. Mamá y yo éramos como dos desconocidas. Yo no tenía idea de quien era mi madre, no sé de sus gustos ni de sus manías, tampoco sé cual es su color favorito y si al hablar con alguien lo hace mirando fijamente a los ojos. De mi madre solo sé que existe, en algún lugar del mundo lejos de mí. Y quizás ella me quiere... quizás.

-¿Cuándo vendrás a verme, mamá? Te he extrañado demasiado.

-Depende de mis planes con Fernando. Aún no le he contado que tengo una hija porque se puede asustar. ¿Te imaginas que el hombre que amo se aleje de mi por ti? Sería mi mayor desgracia, así que esperaré para contárselo después y quizás vayamos a visitarte unos días.

Mi madre y sus dependencia por los hombres. Era ese su mayor defecto, su mayor manía. Y tal vez ella no veía el daño que se hacía con eso, y a mi me daba pánico hablarlo con ella.

Había hecho una publicación en mi perfil sobre soledad y dependencia. Había criticado enormemente el tema y aún así estoy aquí sin saber que decirle a mi madre, como decirle que eso sería su destrucción.

En ese momento las palabras de diez habían llegado a mi cabeza con la palabra de "nada de esconderse por miedo al rechazo".

Yo tenía que seguir mis propios consejos, atreverme a enfrentar a mi madre, atreverme a decirle que abra los ojos.

-¿No crees que la persona que te ame te aceptará tal y como eres?

-Pero, ¿qué podrías saber tú del amor? Seamos sinceras entre nosotras, no eres muy bonita para los demás. Eres lo contrario a mí, y a los hombres no les gustan las mujeres chiquitas y rellenas, con la cara llena de pecas y el cabello enredado de tantos rulos que tienes en él. Eres fea, tienes que saberlo. Y quizás nunca nadie se enamore de ti, así que no te quedará de otra mas que aparentar ser alguien que no eres y conformarte con eso.

-¿Conformarme con sentirme insuficiente y depender del único hombre que me haga caso? ¿Quieres que sea igual que tú?

-Es la vida que nos toca vivir. Y sabes, por esta razón no me gusta llamarte. Hasta hablar contigo puede ser desagradable, pero me aguanto porque soy tu madre. Debes estar agradecida de que yo te quiera. Quizás seré la única que te amará honestamente en toda tu vida.

-Tú no me conoces. Y el exterior no es todo lo que importa en este mundo. Un chico está interesado en mi hace tiempo, y él es una buena persona. Le gusto por mi forma de pensar y no hay nada más honesto que eso.

-¿Crees que eso es el amor? Y déjame adivinar, ni siquiera te has acercado a ese chico.

-No, pero lo haré. Tú solo me llenas de inseguridad, y él me hace sentir especial.

-Mira, hija, si quieres puedes engañarte, y hasta te puedes dejar engañar por ese muchacho. Pero créeme que al final llegarás a mi llorando diciendo que el amor no existe y que yo tenía razón.

-No puedes desacreditar el amor por tus malas experiencias.

Fue la primera discusión que tuve con mi madre, y fue de algo tan amplio como el amor. Me atreví a enfrentarla, a romper esa barrera que mantenía ante ella en la cual solo me dedicaba a escucharla y perdonarle todo.

Por ella era que le temía a medio mundo, y ya no quería que eso fuera así.

Quería liberarme, empezar a vivir sin miedo.

Vivir sin depender de nadie.

Atreverme a las cosas nuevas y desconocidas.

Atreverme a amar.

Atreverme a dar un paso a ciegas.

Y diez era para mi todas esas oportunidades.

Su mensaje me había llegado justo al finalizar aquella conversación con mi madre, así que decidí dejar de ignorar a alguien que me trataba bien, porque quizás así después lograría ignorar a quien me hacía daño.

Y si me fallaba, ¿qué tengo para perder?

Absolutamente nada.

Y esto no significaba que me iré a entregar a sus brazos y seremos novios para siempre. Quiero actuar sin presiones y sin expectativas, solo él y yo llenando nuestros vacíos.

Él y yo, a un paso de ser amigos.

Yo Te ConozcoWhere stories live. Discover now