Sentimientos encontrados

31 1 1
                                    

CAPITULO II

Sentimientos encontrados

"Buenas noches, mucho gusto

Eras una chica más

Después de cinco minutos ya eras alguien especial

Sin hablarme, sin tocarme algo dentro se encendió

En tus ojos se hacía tarde

Y me olvidaba del reloj"

Era temprano en la mañana, cuando Mamoru salió a la calle con una carpeta con copias de su Curriculum y una lista de las clínicas privadas que buscaban médico, que le había pasado un antiguo compañero de facultad. Apenas si había descansado de su largo viaje y ni siquiera había podido dormir bien, aún estaba sufriendo las consecuencias del cambio de horario. Pero poco le importaba todo eso. Lucía un elegante traje negro con camisa blanca y corbata roja, llevaba un maletín en el que guardaba todos sus papeles. Quería dejar una buena impresión. Sabía muy bien que los japoneses valoraban mucho a la gente madura, con muchos años de experiencia, que probablemente muchos ni siquiera lo tengan en cuenta sólo por ser joven. Pero eso no lo desanimaba para nada, él no era de rendirse fácilmente, a decir verdad, era una persona bastante obstinada y cuando se le metía algo en la cabeza no paraba hasta conseguirlo, si tan sólo fuera así en el amor.

Subió a su auto, el que su amigo había cuidado celosamente durante su ausencia, era un descapotable rojo que brillaba por donde se lo mire. Hasta en eso era demasiado aplicado, tenía a su auto impecable por dentro y por fuera, lo cuidaba como si fuera un hijo. Y su amigo había hecho un buen trabajo, para mantenerlo tal como a él le gustaba. Partió rumbo al centro de Tokio, con la esperanza de encontrar un trabajo ese día, aunque con la suficiente cordura como para saber que tal vez no sea tan fácil.

No fue sino hasta el mediodía que sintió que era momento de detenerse. Había recorrido los primeros hospitales de su lista, tuvo algunas sus entrevistas, dejo una buena imagen, pero como siempre suele pasar todos aquellos con los que habló quedaron en llamarlo. Era algo normal, claro, por más experiencia que pudiera tener una persona siempre quedaban en llamarlo, no sea cosa que apareciera alguien mejor. Detuvo su auto frente al restaurante "Mochi", fue cuando se dio cuenta de que estaba hambriento, no había probado bocado desde el desayuno, hacía casi seis horas. Pensó un segundo en su recorrida por todas esas clínicas privadas. Eran consultorios pequeños, donde los médicos cobraban mucho y a los que sólo asistían las personas adineradas. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué era lo que pretendía? Eso no era lo que él deseaba, no era lo que esperaba cuando había decidido comenzar la carrera de medicina. ¿Acaso en su desespero por conseguir trabajo se había olvidado de cuál era su sueño? ¿Estaba traicionando sus principios? No, aunque le llevara más tiempo, aunque cobrara menos dinero, él quería trabajar en un hospital público. Eso era lo que siempre había deseado, había elegido la medicina porque le gustaba ayudar a las personas y eso era lo que haría. En tan sólo un segundo lo había decidido, después de comer algo iría al Hospital Central de Tokio, aunque era probable que no consiguiera resultados, generalmente allí todos los puestos estaban cubiertos y todos ingresaban por recomendación de alguien que ya trabajara allí.

Bajó de su auto e ingresó al lugar. No acostumbraba a comer fuera de su casa, y en ese momento su economía tampoco estaba para hacerlo, si había gastado un dineral en su pasaje de vuelta a Japón. Pero estando en la calle toda la mañana no le quedaba de otra. Comería algo sencillo, y no demasiado costoso y luego siguió camino rumbo al hospital de Tokio.

El hospital estaba a unas calles de allí, así que llegó en poco tiempo. Además, en esa época del año, época de vacaciones de verano, las calles de Tokio estaban bastante menos transitadas, por lo que conducir por ellas se hacía una tarea mucho más amena. Ingresó al primer lugar del que tenía recuerdos, el lugar en el que había pasado gran parte de su infancia. Ese lugar le traía ciertos recuerdos dolorosos, pero sabía que tenía que enfrentarlos, sabía que a los médicos de ese lugar les debía la vida. Miró a su alrededor. No sabía adónde debía ir, hacía tiempo que no pisaba ese hospital y todo estaba demasiado cambiado desde entonces. Pensó en solicitar orientación en informes, pero se detuvo pensando si lo que hacía era lo indicado. Entonces se arrepintió de todo lo que estaba seguro dos segundos antes. Estaba a punto de marcharse cuando lo detuvo una dulce voz de una joven que le hablaba desde su espalda.

El Hilo RojoWhere stories live. Discover now