Capítulo cuarenta.

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SIDNEY RODRIGUEZ.

¿A ustedes no les ha sucedido de que su ídolo se aparece en su casa borracho mientras que esta lloviendo?

¿No? ¿Solo a mi?

Vertale, me siento afortunada entonces.

Eran las dos y cuarenta de la madrugada, mi mamá, tía y abuela salieron al hospital porque el idiota de mi primo se le ocurrió la maravillosa idea de manejar la moto cuando esta cayendo un palo de agua, y ajá ya saben, él estúpido se resbaló y boom, ahora esta en el hospital.

Es que cuando se mejoré lo voy a matar a coñazos, tanto así que volverá al hospital.

En fin, eso quiere decir que estoy sola en la casa, bueno... no tan sola.

—¡Mi ángel no me abandones, saaaaaaaaal! —la última palabra la alargo tanto que hizo que cerrará mis ojos.

«mi ángel...»

Y sí, estoy emocionada, peero Nelson Farias está borracho, y eso me quita la mayoría de la emoción.

Jesús sabes que no estoy tan feliz, ¿por qué me envías a este? ¿no era que venia en dos semanas?

Pero... ¿Sera que vino porque como no fui al último concierto...?

¡Ay sí, Sidney, Cuidao' y no!

Resoplo y me detengo al estar al frente de la puerta, observo mi vestimenta por un momento y me golpeo mentalmente al no colocarme un pantalón largo.

—Es que a veces provoca darme contra la pared —murmuro.

Abro la puerta y lo que veo no me agrado mucho, fue como... ver a una película de DC (y conste que no me gusta DC)

El cabello de Nelson estaba esparcido por toda su frente (sin mencionar de que su cabello estaba todo mojado), su vestimenta era de una sudadera (o buzo; como quieran decirle) color roja, sus típicos pantalones de Jean y una gomas blancas, su rostro estaba todo mojado, como todo en realidad y traía una botella en la mano.

¿Ya mencione que estaba cayendo un palo de agua?

Al verme una sonrisa apareció en su rostro dejando a la vista sus hermosos hoyuelos dejándome a mi toda embobada y olvidándome de Theo y su idiotez.

—Pensé, pensé... que romperías la promesa —dijo con una voz de borracho nada normal.

Y regresé a la realidad.

Odiaba escucharlo borracho, ¿la razón? NO SÉ, SIMPLEMENTE LO ODIO.

Ya esto lo he pasado antes, peeeero el idiota de Nelson no estaba taaan borracho como ahora.

Añadir a la lista que esta es la segunda vez que veo a Farias borracho.

Entre al porche y me acerque a la reja que protegía el interior de la casa haciendo que mojara mis medias y empezara a empaparme de agua. Abrí la puerta y lo invite a pasar, pero él prefirió abrazarme mojandome más de lo que estaba.

—Tetañe —murmuró besando mi frente un millón de veces.

Tetañe.

TE-TA-ÑE.

¿Por qué me lo mandas en este estado diosito?

—Nelson, por favor —lo intente separar de mi con mis manos —, vamos a dentro, me estoy mojando.

Bueno, ya estaba mojada.

En serio estaba cayendo sendo palo de agua, ya tenia mi cabello mojado y ni un minuto llevaba bajo la lluvia.

Carta » Nelson FariasUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum