Capítulo sesenta y seis.

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Nota: este simbolito (») significa que el personaje sigue hablando. Esto normalmente se utiliza en los libros.

SIDNEY RODRIGUEZ.

El departamento de Nelson era muy bonito y no quedaba tan lejos de la residencia. Su colores eran un grisáceo y sus muebles, mesas y decoraciones no variaban del color blanco y negro.

En la sala tenia un televisor como de cuarenta pulgadas, una mesita blanca y un mueble en frente color negro con varias hojas tiradas arriba de el.

Nelson cerró la puerta detrás de mí y camino hacia donde estaba.

—Está un poco desordenado por Brayan —dijo tocandome la espalda —, se lo suelo prestar para que juegue play con los muchachos.

—No importa, mi habitación está igual —rió nerviosamente.

Hace unos minutos estaba segura y ahora estoy muy nerviosa. Qué cambios, naguara.

Nelson asiente y camina hacia el mueble.

—Familia de Brayan debes de ser —dice tomando las hojas y dejándolas en la mesa, luego se sienta en el mueble y me mira mientras hace una mueca con sus labios haciendo que sus hoyuelos aparezcan.

Me matan sus hoyuelos.

—Tú eres desordenado, así que también familia de Brayan debes ser.

—¿Y quién te dijo que yo era desordenado? —me pregunta colocándose mas cómodo en el mueble y subiendo los pies a la mesa que estaba en frente de esta.

—Los chicos —le respondo sin más.

—¿Y tú le vas a creer a esos huevones?

—Tengo pruebas.

—Ah... ahí me jodiste —responde con una sonrisa en sus labios.

—¿No te cansas de sonreír?

—Cuando estoy contigo no. Salen solitas y muy verdaderas.

—¿Te tengo que creer? —le preguntó.

—¿Cuando te he mentido?

—Ehm... diciéndome que soy tuya cuando en las redes te haces novio de varias niñas.

—¿Te pones celosa, amor precioso?

—No me llames así —sentí mi rostro prendido en fuego.

—¿Nerviosa? —me guiño el ojo.

Desvíe la mirada y no le respondí. Duramos varios minutos en silencio donde sentía su mirada en mí y yo pensaba sí de verdad tenia los ovarios para hacer lo que quiero hacer.

¡Coño, es que no me quiero ir virgen!

—¿Y no te vas a sentar?

Disimuladamente tomé aire y camine hacia él, sus ojos en ningún momento se quitaron de mi lo cual hacia que mi valor se fuera poco a poco a la mierda. Cuando llegué hacia él relamí mi labio inferior y me subo en su regazo, quedando a centímetros de su rostro y sintiendo 'eso' chocando sobre mi parte intima cubrida con el Jean.

Lo miré a los ojos y él hizo lo mismo. Su color era un verde brillante mezclado con un amarillo opaco. Nunca había visto unos ojos así y menos en él, pero debo admitir que se le ve bastante hermoso.

—Te extrañe bastante, Farías —coloque mis manos en su cuello —. Pensé que no ibas a volver —murmuré.

—Siempre volveré... —susurró —y más sabiendo que estarás esperándome —tocó mi cintura por la tela de mi camisa, yo negué con la cabeza y solté una mano de su cuello para tomar su mano y llevarla por debajo de mi camisa.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora