001 | Jin

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Saludo a mis alumnos en cuanto hacen acto de presencia. No estoy acostumbrado a mantener contacto físico, no obstante, la situación me lo exige. Tampoco me importa de sobremanera hacerlo cuando se trata de trabajo. Me gusta esto, pues nada me desestresa más que desfogarme con el saco de boxeo. Soy el tipo de persona que necesita estar activa, de lo contrario, tiendo a sobre pensar las cosas, y creo que eso no es nunca beneficioso.

Dejo caer en el suelo mi mochila de entrenamiento, en tanto mis alumnos se preparan colocándose las vendas en las manos.

Hace relativamente poco que empecé a impartir clases en este gimnasio, entré gracias a la recomendación de un amigo, Taehyung. Ambos nos conocimos en el ring del boxeo cuando apenas teníamos diecinueve años y desde entonces nos hemos vuelto cercanos.

Mi amigo me dedica una sonrisa socarrona, ha terminado de dar sus lecciones, pero acostumbra a quedarse una hora de más para entrenar. A diferencia de él, yo hace años que decidí enfocarme en la enseñanza, me di cuenta de que el combate no era lo mío. El mundo del deporte es muy competitivo y yo no sirvo para dedicar toda mi energía en algo tan exigente. Hace mucho que decidí tomármelo desde otra perspectiva, prefiero llevar una vida simple y sin complicaciones.

Como ya dije, no me gusta sobre pensar las cosas, eso siempre implica un quebradero de cabeza innecesario. Me decanto por un estilo de vida sencillo donde el trabajo me permita vivir sin complicaciones.

—Eh, tío. —Taehyung se acerca, su mano rodea mis hombros en un gesto amigable—. ¿Qué tal el día?

—No me puedo quejar —respondo, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Él alza una ceja, bastante susceptible.

—¿Todo bien con Yoona, entonces?

—Claro, ya sabes como soy, a veces la saco de quicio, pero todo bien.

—Me alegro.

Mi sonrisa se mantiene intacta, pero pierde su aquel en cuanto pienso en ella. Yoona es mi novia, quizá la persona más importante en mi vida, pero, por alguna razón, últimamente no hacemos más que discutir. La última vez fue porque insistió en vivir juntos y yo le aclaré que no estaba listo. Ella quiere abarcar demasiado de mí cuando ambos somos jóvenes, y yo soy el tipo de persona que se agobia en seguida, realmente necesito mi espacio. Por lo que en ocasiones discutimos, quizá demasiado, somos como dos perros rabiosos cuando estamos desgastados.

Aunque, contra todo pronóstico, no nos hacemos mal , no por el momento. Para mi fortuna, después de pedir perdón, terminamos arreglándolo. Estamos tan acostumbrados a nuestra compañía que alejarnos más de una semana llega a ser un suplicio. No me gusta socializar en exceso, pero tampoco la soledad, y estar con Yoona es un término medio.

—No te imaginas cuanto me alegro yo —digo, sin mucho interés por profundizar en detalles.

Costuras | Namjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora