Capítulo 10

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Entramos a la habitación, que era mucho más pequeña que la anterior, solo había un cristal transparente, que llegaba desde el suelo hasta el techo. Daba la ilusión de que era una pecera gigante, bueno, de hecho, eso es lo que era. Estaba rellena por agua un poco turbia, arena en el fondo y un par de algas y otro tipo de fauna marina, que seguro se podría conseguí en cualquier tienda de mascotas  gigante. Realmente, no daba nada de miedo, aunque esos sí, para ser una feria ambulante, era mucho mejor que cualquier circo o parque de atracciones que hubiera visto.

–¿ Qué hay en este cuarto? -– Preguntó Lauren calmada. Le describí cada rincón el lugar, y ella solo asintió. – Bien, me ha tocado entrar a un cuarto parecido en una casa de espanto, hace como tres años. Y vaya que realmente me asuste –. Dijo sonriente.

–¿A qué te refieres? – Le dije curiosa – Y por favor, ¿podrías quitar esa sonisa maniática que tienes? Realmente me asusta más que cualquier otra cosa que haya visto.

–Solo espera– Dijo ella. De pronto, los vidrios de la pecera gigante  comenzaron a crujir y vi como una mujer, con colmillos y piel membranosa se acerca a había el cristal por dentro. Comenzó a gritar cada vez más fuerte y cerré los ojos. Lauren me abrazo, pero aún así, ella se seguía riendo. Las luces se apagaron de golpe y volví a gritar.

–Bien, tu ganas, ¡vamonos! – Le dije, mientras enterraba más mi cabeza contra su pecho.

– Oh, pero, ¿por qué? Si la mejor parte viene ahora.

– ¿Qué quiere...?

Las luces se prendieron de golpe y a mi lado vi a una mujer pescando parada frente de mí . Grite como nunca y tome a Lauren de la mano, solo para después arrastrarla por todo el salón buscando la salida.
Mis ojos escocían por las lágrimas. Ya fuera, el sol se había ocultado solo un poco. Ahora estábamos en una parte rodeada por árboles gigantes. Empuje a Lauren hacia un lado y me puse de cuclillas, cerrando los ojos y juntando mi cabeza con mis rodillas.

– No pensé que serias tan chillona – Dijo Lauren con un tono divertido. Lo fulmine con la mirada y después me incorpore. Luego le golpeé el hombro.

– Aquello fue lo más horrible de toda mi vida – Confesé. Lauren soltó una carcajada. – ¡No te rías! ¡No es gracioso¡

Ella solo comenzó a reir más, y no lo pude evitar, así que comencé a reír también. Se sienta tan bien, ya que en esos momento podría ser yo misma. Las dos caímos al suelo, doblandonos de la risa. La miré y me detuve. Ella también lo hizo.
Y por primera vez, la vi sonreír de verdad. Sin sarcasmo, ni burlas. Era realmente una sonrisa. Y era la más hermosa que jamás había visto. Podría mirarla para siempre.

Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, y solo por un momento, tuve miedo de que ella pudiera oírlo también. Sentí las palmas sudorosas y la respiración entrecortada. Ella cruzo sus brazos por detrás de su cabeza  y giro su cabeza hacia arriba. Imite su gesto y así nos que sanos por unos momentos.
Momento después, ella habló.

– Sabes, había mucho tiempo sin sentirme asi – Confesó – Habían pasado varias semanas que no me reía así, y uh, todo eso –. Añadió rápidamente, nerviosa. –Gracias, «¿Acaso ella me había dado las gracias? »

– Uh, bueno. De nada, supongo–. Le dije, aunque después me sentí realmente estúpida por la contestación. –Cuando quieras, Lauren–.

Me volvió a brindar una sonrisa sincera, y después, juntas las dos, miramos hacia el cielo.

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Sinceramente, yo no quería que este día acabará. Después de que las dos nos estuviéramos ensuciando en la hierva durante una hora o más ' Yo me quedé dormida' La llevé de la mano hacia el puesto de comida más cercano que encontramos. Ella compró un algodón de azúcar gigante y yo solo una soda de naranja. Cuando acabamos, le sugerí que podría ir hacia el trampolín, pero se negó y comenzó a dar bostezo rápidamente. No eran ni las ocho de la noche cuando ya estábamos debajo de la rueda de la fortuna esperando a Vero y Lucy.

El camino de recreso a casa fue más lento de lo que esperaba. Ninguna de las cuatro decía nada, solo escuchábamos con atención la radio. Vero dejó a Lucy en su casa y después los tres nos dirigimos hacia el hogar de Lauren. Al llegar me di cuenta que la señora Clara aún no estaba ahí.

Nos bajamos sin prisa del automóvil. Lauren y yo apoyamos nuestra espalda contra las puertas del auto, ella cruzando sus brazos por delante de su pecho y yo cerrando mis ojos con fuerza. Verónica, en frente de nosotras dos fue la primera en hablar.

– ¿Y qué tal? ¿Se divirtieron?– Preguntó mientras bostezaba y sacudía la tierra de sus ligeros vans blancos  .

Yo solo asenti con la cabeza y Lauren hablo.

– No realmente. Podría habermela pasado mejor acostada en mi cama todo el día –. Dijo ella y vero bufó. Abrí mis ojos para mirarla mejor.

– Laur, no seas amargada – Vero sonrió y le dio una palmada amistosa en el hombre.

– Ya lo sé Lauren, ¿por qué no simplemente a mi tes que te divertido es con nosotras? –. Añadí Lauren giro su cabeza en dirección hacia a mí y abrió bien sus ojos « Sus hermosos ojos verdes que no pueden verme» recordé.

–¿ Cómo ustedes? – Pregunto divertida y después soltó una carcajada. Vero la miro y sacudió la cabeza. – Las únicas que se divirtieron ahí fueron esta ' señaló a vero', y Lucy, en cambio tú estuviste gritando como gallina por todos lados. ¿O tengo que recordartelo?

– Vale, tu ganas – Le respondí, vencida. Ella sonrió burlescamente mientras dirigía su vista hacia otro lado y se alejaba del coche, camina hacia su casa.
Veró la acompaño, por miedo a que se tropezara, pero esta se negó diciendo que conocía perfectamente el camino para llegar hasta su cuarto. Se despidió de ella y cerró la puerta detrás de si.

– ¡Hey Vero! – Le grite desde la banqueta. Ella hizo un gesto con la cabeza como de "¿Qué sucede?". –¡Tengo que irme! ¡Ya es tarde! –. Mientras me dirigía hacia mi auto y me subí en el. Baje la ventana del copiloto. –¡Nos vemos el lunes! Creo ¡Adiós!.
Encendí el carro y la calefacción después de haberle subido a las ventanas. Hacía un poco de frío, pero ya que no llevaba una ropa muy abrigadora, quería evitar a toda costa una gripe o alguna enfermedad en la garganta.

Conduje hacía mi casa. Al llegar, ninguna luz estaba encendid. Me pareció tan raro, ya que mis padres deberían de haber esto en la casa desde hace un par de horas. Me estacione en la cochera, me baje del carro y después abrí silenciosamente la puerta de la entrada. Nada, todo estaba oscuro y bañado en silencio.

Camine escaleras arriba, hacia el cuarto de mis padres. No pensé en tocar, ya que probablemente no estarían. Abrí la puerta y vi la cama tendida y un bulto en el mueble. Me asuste tanto que solté un grito y encendí la luz rápidamente. Mamá se levantó prácticamente volando y después me miró, confundida. Yo le devolví la misma mirada.

–¿Mamá? ¿Qué hacías durmiendo en el mueble? – Pregunté levantando mis cejas hacia ella. Ella pasó las manos por su cabello despeinado y me volvió a mirar.

–¿Encerio son las nueve de la noche? Podría a ver jurado qué era más tarde —. Su cabeza giro hacia el reloj que estaba en la mesita al lado de la cama. –Que extraño.

– Uh, ¿y papá? – Le pregunte, cambiando de tema. Ella frunció el ceño.

– Es algo complicado–. La miré confundida –Técnicamente no podía decirte nada hasta mañana en la mañana, pero ya que estoy demasiado cansada como para contestar las preguntas que de seguro me harás, te lo diré–. Guardo silencio un momento y después, incomoda. Suspiro. – Camila, ¿ a quien crees que iremos a visitar mañana? – Pregunto sin ánimo. Levante y baje mis hombros. – Oh, pues bueno. No vayas a enojarte ¿de acuerdo? – asenti. – Iremos a visitar a la abuela ¡Sorpresa!

Encerio, ¿esto me está pasando a mí?

Más allá de mi mirada //camren adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora