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– Nambre, ya te dije que para qué nos poníamos en esta esquina. - reclamaba Taeyong. - Acá a la plaza viene puro cholo, capaz y hasta nos asaltan.

– Tu idea era ponernos en el fondo del barrio y hasta allá no pasa ni Cristo padre. - respondió Yuta. - Por lo menos aquí nos compran elotes los cholos, pior es nada.

Y sí, después de dejar la secundaria trunca, apenas y fue legalmente adulto Yuta decidió dedicarse a lo único para lo que era bueno, hacer elotes. Por su parte, Taeyong estaba apunto de terminar sus estudios universitarios; pero Yuta era de sus mejores amigos y no podía negarse a ayudarle en su "negocio."

Si con negocio nos referimos a un carrito usado dónde ambos vendían sus elotes, que no por estar hechos en las condiciones algo pobres significa que sean mal hechos. Al contrario, la familia de Yuta era conocida por la abuela Nakita (por Nakamoto, obvio) quién al llegar de Japón se dedicó a vender cacahuates japoneses y snacks varios.

Por lo que se puede decir que el puesto de Yuta tendría buena fama entre su pueblo. De no ser por que las canciones de Santa Grifa que tienen a todo volumen ahuyenta a los clientes mientras que atraen a los cholos.

– Ira' we, fila mamalona que nos cargamos. - dijo Yuta mientras apuntaba a las personas que esperaban su elote.

– Namas son cuatro personas pendejo.

– Pior es nada, ya dije.

En ese momento llegaron tres chicos al puesto. A los vendedores no les parecian familiares, así que no prestaron mucha atención a ellos.

– ¿Aquí vamos a comprar los elotes, we? - preguntó el más bajito. - No se ve, pues...

– ¿Limpio? - preguntó Kun.

– Iba a decir decente.

– Yo confío en Kun. - dijo Winwin. - Yo creo que si él pensara que este es un lugar malo, ni siquiera nos hubiera traído aquí.

– Cállate, pinche lamepatas. - exclamó Ten.

– Oi, es lamepatas. - dijo el japonés a su colega, quien estaba atento a la plática de los clientes. - Como te gusta.

Taeyong ni siquiera escuchó a su amigo porque estaba muy ocupado atendiendo a los clientes. Eran pocos y no quería tenerlos esperando mucho tiempo.

– Buenas, jóven. - dijo Tae al primer cliente. - ¿Cómo va a querer su elote?

– Quiero un elote con todo. - dijo Kun. - Sólo no me le ponga sal ni Tajín.

– ¡Que sean dos! - gritó Ten. - El mío con extra queso del amarillo y del blanco.

– Tres. - dijo tímidamente Winwin. - El mío con más chile.

Taeyong se encontraba algo confundido ante las repentinas órdenes, pero por fortuna su compañero escuchó todo y ya estaba preparando los pedidos. Ya

– Tenga jóven. - dijo después de unos minutos. - Su elote con todo, su elote con extra queso, y un elote... ¿con chile, si no escuché mal?

– Ese es mío. - respondió Winwin.

– ¿Del que pica o del que no pica?

– Del que no pica, porfa.

– Pasivo. - dijo Nakamoto con una sonrisa ladina.

– ¿Q-qué?

¿Con Chile? // YUWINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora