452 76 78
                                    

Ya había pasado media hora desde que llegó al parque, y no podía divisar al japonés en ningún lado.

Muchos pensamientos pasaron por la cabeza Winwin, "¿Me habrá dejado plantado?" era uno de ellos.

Él no estaba molesto, estaba más bien preocupado. ¿Qué tal si había dejado una mala impresión en Yuta? Pudo haber caído bajo al aceptar salir con él, pero aún así quería conocerlo un poco mejor.

Todos esos pensamientos se desvanecieron al ver una silueta delgada aparecer frente a él. Todo vestido de negro, para sorpresa del chino la ropa que vestía se veía de buena marca y casi de diseñador.
Aparte de llevar su largo cabello algo desaliñado para completar el look.

Lucía realmente bien, oh no. Su corazón comenzó a latir rápidamente.

🌵

Se le había hecho un poco tarde, pero bah, no le tomó mucha importancia. No creía que el chino fuera tan puntual hasta que lo vió ahí de pie, mirando a ambos lados, de seguro buscando por él.

- Tan lindo. - susurró para si mismo.

Acomodó su cabello y caminó directamente hacía donde su cita se encontraba.

- Hola. - dijo seguro de si mismo.

- Oh, hola. - respondió Winwin.

Ambos se examinaban de pies a cabeza. El chino estaba apunto de decir algo, antes de que Nakamoto lo tomara del brazo y empezara a caminar.

- ¿Ton's qué mi Schang? - dijo mientras caminaba en el parque.

- Es Sicheng... pero puedes llamarme Winwin. - dijo tímidamente.

- Ta' bien mi Winyin, ¿qué vamos a hacer?

- ¿Hacer?

El japonés volteó a ver a su cita.

- Ya sabes, lo que se hace en las citas. - explicó. - Comemos fritos con queso, unas aguas lokas, un algodón de esos que tienen un billetito del Rayo Macuin.

Winwin miró a su alrededor y a lo lejos vió un carrito dónde estaba un señor vendiendo helados.

- Pues, ¿unas nieves están bien? - dijo.

- ¿Nieves? - Yuta respondió riendo. - Me saliste barato. Pero pos' órale, unas nieves y hasta de dos bolitas.

Ambos compraron una nieve, Yuta pidió una de nuez y Winwin otra de frambuesa. Claro que aprovechando el japonés compró una cerveza que traía el don entre las nieves (porque pos' México.)
Se sentaron en una banca de la plaza mientras comían sus helados y; ya roto hielo comenzaron a platicar más a gusto durante la próxima hora.

- No pos' yo le dije "¡Ándale puto un tiro!" y el wey me dijo "¡No, no ahí muere!" - explicaba el japonés moviendo sus manos. - Y por eso dejé de vender elotes pasadas las tres de la mañana.

El chino reía al escuchar las anécdotas del chico.

- No puedo creer que vayas a seguir con la práctica familiar.

- ¿La de asaltar abuelitas en los asilos del DIF? - dijo el japonés. - No, esa práctica murió con mi tío Jesús Yamuto, cuando lo agarraron los federales.

- No, eso no. - río Winwin. - Lo de vender elotes y snacks.

- Ah sí, no pues es que yo sí quería estudiar. - dió un trago a su cerveza. - Quería ser chef. Pero pues no todo en ésta vida se puede, menos si eres de barrio pobre como acá tú servilleta.

Winwin miró a su cita, no esperaba que alguien así tuviera... aspiraciones.

- Entiendo. - suspiró mientras jugaba con sus pies. - Yo también quería estudiar, pero ahorita ando trabajando por ahí. Es que anda dura la cosa.

Yuta observó al chino ruborizarse, como jugaba con sus pies, como su cabello reflejaba la luz del atardecer, la manera en la que sus labios se movían mientras hablaba...

- Pos', sí se pone dura la cosa. - dijo cruzando las piernas y dando otro sorbo a su Tecate.

Winwin miró la hora en su celular, caía la tarde y tenía que trabajar.

- Me tengo que ir, ya casi comienza mi turno. - dijo sonriendo. - Pero te veré otro día, sirve que voy a comprarte elotes.

- Pa'tí hay descuento. - río Yuta.

Ambos se pusieron de pie, Winwin tímidamente sonrió y se dió la vuelta para irse. Antes de que Nakamoto lo detuviera tomando su mano.

- Que modales, no te despides bien.

Winwin se ruborizó mientras miraba al chico y a sus manos.

- ¿C-Cómo se despide uno bien?

Yuta, sonriendo, abrazó al chino. Le dió un beso en el cuello y bajó sus manos hasta su cintura mientras le susurraba al oído:

- Sí vas a los elotes pasadas las tres te enseño lo que es despedirse bien.

Lo soltó y luego se dió la media vuelta, caminando lejos del chino quién se encontraba con los pelos de punta mirando al japonés alejarse.

- Tal vez Ten tenía razón. - pensó para sí mismo. - A lo mejor y los japoneses hacen buenas chambas.

¿Con Chile? // YUWINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora