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TRAS UN GESTO INAPROPIADO DEL MONJE SUPREMO y una llamada de Yukio, los monjes habían encerrado a Rin en una celda. Fuera de ella estaba la morena, sentada contra las barras de madera.
Shura había ido a hablar con Yukio.
La morena bufó y se acostó en el duro suelo, se moría de sueño y le fastidiaba el tener que quedarse quieta, sin hacer nada.
No había que malinterpretarla, amaba a Rin. Estaba enamorada de aquel demonio pelinegro con intensos y amables ojos azul claro.
Sentía que era feliz con él y que lo sería si formaran un dulce futuro juntos.
Su sonrisa se borró al pensar en lo complicado que sería.
Su bisabuelo era un ángel. Uno de los siete arcángeles, el mismísimo Rafael ━━━━al cual jamás había visto por tener demasiadas tareas de gran importancia━━━━. Su abuelo era un grígori: Melchor, él que tenía mayor poder y sus padres eran considerados de los mejores exorcistas de la historia.
Y él era hijo de Satanás, el enemigo acérrimo de su propia sangre. ¿Era posible? Por ahora no, pero cuando Rin consiga matar a su padre, todo será distinto. O eso le gustaba pensar.
Podrían empezar una relación, podrían casarse, puede que tener hijos... Serían felices.
Porque él sentía lo mismo, ¿verdad?
━━━━Señorita, debería irse ━━━━advirtió uno de los monjes guardianes.
━━━━Rin jamás me haría daño y si lo intentara, sabría defenderme. Seré más joven, pero tengo más rango y habilidad que tú ━━━━aseguró furiosa━━━━. Haz algo útil y vuelve a tu puesto.
El monje asintió e hizo caso a la morena.
Sin darse cuenta, cerró los ojos y se quedó dormida.
