❝La vida pende de un hilo y tú estás dispuesto a robármelo, todos estamos en peligro contigo aquí❞.
¡Prepárate para una buena dosis de Drama!
#4 en BIA |12•08•19|
#1 en Guido Messina |16•09•19|
#2 en Julio Peña |24•10•19|
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•°━━━━━━━━━━━━━━°• Capítulo 13 "Haces difícil el enojarme contigo" •°━━━━━━━━━━━━━━°•
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— Dale voy para allá— Isabela cortó la llamada y partió a la casa de Julio pues ya había culminado con su horario de clase, al menos del primer día.
Julio todavía se encontraba en recuperación y no asistiría a clase hasta dentro de dos días. No estudiaban en la misma facultad pero ambos estaban en el último año, el mundo profesional, en lo laboral, les aguardaba.
15 minutos después aparcó y tocó impaciente el timbre, estaba ansiosa por ver al chico otra vez.
— ¡Estás aquí!— la recibió con un abrazo una vez que abrió la puerta.
— ¡Hola Julio!— le devolvió el gesto.
— ¡Isabela! Pasa, anda— la invitó a pasar y juntos se dirigieron a la sala.
— ¿Y tu padre?— le preguntó sentándose en el sillón.
— Está en su trabajo, llegará hasta tarde porque pasará después a la tienda de motocicletas.
— Oh bueno, alguien se la pasó solito toda la mañana...— lo miró sonriente.
— Sí... valió la pena la espera... pero ¿puedo ser recompensado?— le tomó la mano, la miró tiernamente y con su otra mano acarició su mejilla.
Isabela tuvo que bajar un poco su cabeza para tratar de evitar que él viera sus mejillas sonrojadas.
— ¿Quieres salir a dar la vuelta?— propuso la chica.
— ¿Isabela Souza me está invitando a una cita?— le preguntó con una sonrisa de lado, que fue capaz de derretir por dentro a la chica.
— Sí... ¡vamos! No me puedes decir que no— Isabela rápidamente se levantó pero el chico la tomó nuevamente de la mano haciendo que frenara y se volviera hacia él.
— Antes... quiero decirte algo que no puede esperar más— la miró serio.
— ¿De qué quieres hablar?— preguntó nerviosa temiendo de lo que él pudiera decirle.
— De la persona que me inyectó ese veneno y por la razón que lo hizo— habló suave para no alarmar a Isabela, quien se sentó nuevamente en el sillón con la mirada perdida.
— Lograste verle...— le temblaba la voz.
— No... pero hoy por la mañana recibí una carta...— soltó de pronto. Sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta un sobre y se lo tendió. Isabela lo tomó entre sus manos y lo observó con detenimiento.
— ¿Quién es el remitente?— preguntó al ver que ese sobre no contenía los datos y la estampilla típica de uno.
