Capítulo 8.

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Según los soldados enviados a las instalaciones de Alastor, JeongGuk y su Beta viajaban cada uno su motocicleta, ya que los enemigos siempre suponen que el alfa se transportaría bien protegido en la camioneta brindada. El doble engaño había funcionado, cuando se enteraron del cambio de planes de su alfa, ya estaban enfrascados en una pelea a muerte. La traición de Alastor hacia sus propios hombres fue evidente, cuando fueron atacados sin ningún miramiento, a pesar de que muchos de ellos eran aliados. Ese era el resultado de traicionar a su verdadero alfa en beneficio de su tío.

Los que había viajado haciéndose pasar por JeongGuk y Jinyoung, se alejaron evitando que les mataran al llegar a la propiedad de Alastor, salvando el pellejo por muy poco al marcharse sobre sus cuatro patas.

JeongGuk por su parte, tenía todo previsto, los soldados de Alastor dieron la cara a sus contrincantes. Espadas brillaban a la luz de las estrellas, otros peleaban en un combate cuerpo a cuerpo, los que estaban en campo abierto, usaban las armas de fuego.

El Alfa, como el tigre que era, esperaba al asecho que Alastor perdiera la calma y le mostrara lo que él realmente necesitaba saber. Desde el tercer piso del edificio donde estaba el área pública de los gimnasios y las salas de entretenimiento, con sus prismáticos no le perdía la pista a su querido tío.

Ji Hoon tenía a su cargo la última línea de defensa, su trabajo era evitar que alguien llegara hasta los subniveles donde la familia del alfa dormía tranquila ignorando el peligro inminente. Ayko estaba junto al zorro, el cual vigilaba los monitores en busca del más mínimo indicio de que la seguridad del edificio había sido violada.

El joven tigre le echaba una miradita de cuando en vez al abogado del alfa, ese hombre era todo un misterio para él. Era más bajo que los guerreros, pero aún así emanaba un aura de "no eres suficiente bueno para mí" que volvía locos algunos machos y al mayoría de las hembras.

El tipo en cuestión siempre vestía de traje, conducía un BMW deportivo, jamás comía si no era con la cubertería completa, tomaba el té y nunca lo había visto con dos copas de más entre pecho y espalda. Aunque por allí se contaba una que otra historia acerca de lo afortunado que podías ser si el zorro te escogía para jugar a las manitas calientes. Podía hacer que un hombre recto conociera los placeres de la vida obtusa.

—¿Algún problema? — pregunto al abogado sin dejar de vigilar el panel de los monitores.

—Simplemente me preguntaba que tiene planeado para la noche de luna llena— sonrió Ayko con aires de autosuficiencia.

Ji Hoon sonrió perezosamente, podía sentir sobre su trasero la mirada ardiente del joven tigre, si seguía insistiendo tal vez le daría la oportunidad de probar si las rayas que tenía su forma cambiada eran pintadas o de verdad. Quizás Ayko le ayudara a quitarle las calenturas causadas por la luna llena próxima a llegar, hacerlo con Jinyoung era demasiado arriesgado y él jamás comenzaba algo en lo que no estaba seguro de poder ganar.

—Lo pensaré, cachorro— le dedico un guiño travieso al tigre que comenzaba a notarse algo nervioso.

El sexto sentido, el que siempre le advertía a Ayko cuando estaba a punto de morder más de lo que podía masticar, le advirtió que ese zorrito podría traerle muchos problemas. Como era de esperarse, al ser una criatura joven, envió la advertencia al diablo.

Estaba Ji Hoon por decir algo más, cuando sintieron como la puerta de entrada era golpeada hasta casi tirarla abajo, al levantar la vista hacia los monitores, se dieron cuenta que varias cámaras habían dejado de trasmitir.

JeongGuk espero, todos sus músculos tensos, estaba seguro que Alastor lo haría en cualquier momento. Los hombres que eran fieles al retador estaban siendo desplazados hacia las fueras del complejo, varios estaban muertos, otros gravemente heridos, en cualquier momento convocaría por segunda vez a los "Malditos", con todo lo que eso conllevaba. El Beta le había dicho que nadie sería tan estúpido como para hacer algo como eso, pero él conocía a su querido tío lo suficiente como para saber que lo haría al estar entre la espada y la pared. Vigilando sin atreverse a pestañar, vio a su pariente meter la mano dentro de la chaqueta de cuero negro, sus ojos felinos no lo engañaban, el idiota lo iba a hacer. Un pesado amuleto fue expuesto al cielo nocturno, desde esa distancia JeongGuk estuvo seguro que el idiota estaba conjurando a los "Malditos" por segunda vez. Una vida debía ser ofrecida en sacrifico para apaciguarlos, el alfa estaba decidido a que no fuera su carne la que esas cosas saborearían.

Cuándo el tigre probó a su gato || Kookgi #2Where stories live. Discover now