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Narra Miriam


- ¡Qué sí Efrén! Que te voy a avisar cuando llegue.

- Vale, vale hermanita. Buen viaje. ¡Te quiero! - mi hermano imitó el sonido de un beso y colgó.

Estaba a punto de embarcar.

Una vez dentro del avión con dirección a Madrid, me acomodé en mi asiento, ventanilla por supuesto. Era un vuelo corto, así que lo aproveché para ver algún capítulo de Paquita Salas, concretamente me dio tiempo a ver dos. Esa serie me encantaba, e incluso me sentía algo identificada con Paquita. Yo también era un poco "señora".

Nada más aterrizar, le dejé un whatsapp a Efrén para que se quedase tranquilo.

Recogí mi maleta y llamé a un taxi para dirigirme a la que iba a ser mi casa durante al menos este año.

La casa era de mis tíos, que el año pasado se mudaron definitivamente a Pontedeume, pero no querían vender la casa por si las moscas. Se lo agradezco.

Mientras iba en el taxi recibí un mensaje de mi hermano en el que me decía que me iba a echar de menos. Yo ya lo echaba de menos a él. Somos como uña y carne, sin duda lo que más duro me iba a resultar de irme de la terriña iba a ser estar separada de mi hermano.

Llegué al piso, deshice la maleta y me eché una siesta.

Me despertó la melodía del móvil. Me estaban llamando pero era un número que no tenía agregado.

- ¿Sí? ¿Quién es? - pregunté aún casi dormida

- ¡Miriam! ¡Soy yo! ¡Mireya! - ya decía yo que me sonaba muchísimo su voz y su acento.

Mireya es la exnovia de mi hermano. Es de Málaga pero trabaja aquí. Se conocieron hace dos veranos que fuimos de vacaciones a su tierra. Su relación no duró por la distancia pero acabaron bien. Me arriesgaría a decir a que siguen en contacto por redes sociales.

- Me dijo tu hermano que venías a Madrid y no podía no llamarte. - efectivamente siguen en contacto.

- ¡Mireya! Qué alegría oír ese acento tan alegre. ¿Cómo te va? - me interese

- Calla amiga, que te lo cuento cenando. ¿Te parece? - sugirió la malagueña

- Sí, sí claro. No tengo otra cosa que hacer. ¿Dónde?

- ¿Te acuerdas de dónde trabajo? - preguntó

- ¿Sigues en aquel Zara?

- Sí, justo ahí. Pues amiga, si te parece bien quedamos en el 100 montaditos que hay justo al lado, que me pillas en el descanso del trabajo y así no te hago esperar luego. ¿Sí?

- Vale, perfecto. ¿A qué hora sales? - dejé escapar un pequeño bostezo, aunque creo que Mireya no lo escuchó.

- Mi turno termina a las 21:00, así que tienes tiempo todavía para descansar - vaya, parece ser que sí que lo escuchó - Me cambio en el trabajo y tal. Estate allí sobre y cuarto. Te tengo que dejar ya, que se me termina el descanso, amiga.

- Perfecto. Hasta luego, guapa. - me despedí y ella colgó.

Sinceramente no esperaba hacer planes pronto aquí, y aún menos llevando a penas unas horas aquí, pero al parecer Efrén ha corrido un poco la voz de que estaba aquí.

A lo mejor me viene hasta bien. Hace mucho ya de cuando me fui de Madrid y realmente echaba un poco de menos esto. Obviamente esto es casi que completamente nuevo para mi ya que esta vez empiezo de cero. Sin amistades, quitando a Mireya, y sin familiares. Sin mi hermano.

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