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Ya llevaba un mes instalada en Madrid.

Mi rutina al principio se basaba en ir de casa al gimnasio, del gimnasio a casa, y alguna que otra vez salía a tomar algo con Mireya.

Pero desde hace más o menos una semana empecé a trabajar de dependienta en una tienda de instrumentos musicales. No se cobraba una fortuna, pero para mis gastos estaba bien.

Precisamente iba allí, mi turno empezaba a las 17:00 y terminaba a las 21:00. El tiempo allí se me pasaba volando. Podía poner la música que me apeteciese, incluso si me daba por ahí, tenía permiso para tocar una guitarra que tenían en el almacén desde hace años y ya no estaba en venta.

El sitio tiene su encanto, las paredes parecen de madera, el suelo es de parqué y a los lados hay unas luces led, al igual que el letrero de la tienda. Que por cierto se llamaba "Un acorde menor".

Llegué y allí estaba Manu, mi jefe, esperándome supongo que para marcharse a su casa. Él estaba en la tienda por la mañana, aunque a veces iba por hobbie, se llevaba a unos amigos y tocaban algo en la sala insonorizada de abajo.

- ¡Justo a tiempo! Me voy pitando que tengo una reunión en el conservatorio. - Sí, a parte de trabajar en la tienda, él era profesor de piano en el conservatorio, aunque por lo que me había contado, solo daba clase los viernes.

Cogió las llaves, se iba poniendo la chaqueta mientras salía del local, pero bruscamente se dio la vuelta como si tuviese algo que decir.

- ¡Ah, Miriam! - se le olvidaba algo. - Sobre las 18:00 un tal "García" viene a recoger esa guitarra, ya está pagada. - señaló a una guitarra enfundada en la cual había un post-it con el nombre que anteriormente había nombrado. - Y si puedes sube del almacén una caja de púas, porfa.

Le dediqué una sonrisa mientras asentía. Iba super acelerado, como siempre.

- Tranquilo Manu, está hecho.

- Gracias, bonita. - me devolvió la sonrisa y se fue corriendo.

Dejé mi bolso colgado tras el mostrador. Me senté en la silla y encendí el ordenador.

Después, enchufé el tocadiscos vintage que tenía Manu, y puse un disco de Michael Jackson que estaba encima de aquella inmensa colección que mi jefe poseía.

Bajé al almacén a por la caja de púas, y ya que estaba allí aproveché para subirme la guitarra.

Cogí una púa y me sumergí en mi mundo tocando aquella guitarra que sonaba algo desafinada, pero ya le había cogido cariño y admito que hasta me gustaba su sonido peculiar.

Una chica entró en la tienda. Tenía el pelo largo y un poco ondulado, parecía algo más pequeña que yo.

Dejé la guitarra y me levanté para atenderla.

- ¿Te puedo ayudar en algo? - sugerí educadamente.

- No, gracias. - dijo poco convencida. - Bua, osea sí, pero no a mí. Dios que mal me explico. - me reí, la chica parecía bastante pérdida. - A ver, que realmente es para mi novio que está aparcando. - se explicó esta vez mejor. - Creo que tiene que recoger algo.

- ¿Una guitarra puede ser? - intenté ayudarla.

- Ay, sí, sí. - dijo emocionada.

- Genial, pues aquí está. - rodeé el mostrador y me dirigí hacia la guitarra que estaba guardada en la funda. - ¿Tu novio se apellida García? - pregunté para asegurarme de que la chica no se había confundido, que no me extrañaría.

- Creo que sí. - se quedó pensativa. - Bua debes de estar pensando que soy tonta. - se echó la mano a la cara.

- Qué va, mujer. - intenté quitarle importancia, la chica me caía bien, me producía una extraña ternura.

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