Feeling Good

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¿Era, desde el principio, el destino de aquella niña, vivir rodeada de lujos? No fue así en un inicio, la ignorancia del bruto de su padre y el descuido de su madre habían llevado a la familia a la quiebra incluso antes de que ella naciera.

Su padre, un hombre corpulento, grotesco y de escasos modales, trabajaba por jornadas para beberse la mitad de su sueldo y apostar la otra mitad en antros en los que, si le iba bien, dejaría, tal vez, algunos dólares para su familia. Por otra parte la madre, una mujerzuela que si no hubiera pasado tan penosas condiciones de su vida a lo largo de su existencia, hubiera sido una hermosa y refinada mujer. A menudo frecuentaba el lugar de apuestas en busca de alguien dispuesto a pagarle una propina a cambio de su compañía, en uno de tantos encuentros término embarazada de una niña a la que no pudo matar, su conciencia no lo hubiera resistido.

Jane, así la nombró su madre. Desde la más temprana edad tuvo que vivir con los maltratos que el bellaco de su padre liberaba contra su prole para desquitar la ira provocada por la pérdida del poco dinero que tenía en el casino. Hasta que al fin el alivio llegó cuando a su padre lo asesinaron por deudor en un callejón, lo encontraron acribillado boca abajo empapado en orina y rodeado de basura. —Un final adecuado para ese bastardo.— Siempre decía la mujer.

Como un favor especial el dueño del casino contrató a Jane para que labore como camarera de aquel antro, ella, que acababa de cumplir quince, no tuvo más opción ya que su madre apenas y le daba de comer para, según ella, mantenerla atractiva a los hombres.

No pasó mucho hasta que uno de los zorros que por ahí rondaban pusiera sus ojos en la nueva cordera que había sido despachada del tugurio en el que vivía al cuartucho del casino en el que servía como camarera, llevando los tragos de mesa en mesa y recogiendo los ceniceros cuando estos ya no podían estar más repletos de colillas y ceniza.

Nunca imaginó que quien él consideró inofensiva, en verdad era una hoja afilada que satisfizo sus deseos y luego escapó con todo el dinero que pudo cargar en una maleta.

Sin un hogar al cual volver Jane fue al lugar que más se asemejaba a uno para ella, un casino, pero esta vez entró por la puerta principal y con un elegante vestido encima, los años no solo le habían enseñado las reglas de todos y cada uno de los juegos sino también las mañas que usaban los viejos para salirse con las suyas.

No le costó mucho hacerse con un gran botín, entre su buena suerte y su atractivo triunfó, estafó, sedujo y conquistó todo lo que pudo hasta que se vio en la cima de una inmensa pila de dinero en un lujoso cuarto de hotel. Sin embargo no le duró mucho...

La noche es fría y oscura, ha sido una mala racha y Jane camina sola de vuelta a su hotel. En la esquina más próxima le espera un hombre, el zorro ha vuelto a encontrarse con la oveja.

—Hola preciosa. — Dice con su áspera voz.

Sin pensarlo dos veces Jane empieza a correr, debe irse lo más lejos de ahí. Un par de matones más le han rodeado, no podrá volver al casino; no tiene más opción que huir hacia la parte desolada de la ciudad. Un disparo se escucha aunque a nadie le importa, para la gente que por ahí habita es solo otro infeliz que perderá la vida.

Jane se acuesta contra el muro de un edificio de apartamentos en medio de un pasaje atestado de basura y el permanente olor de la orina seca. Un delgado hilo de sangre baja desde su pantorrilla en la que la inconfundible herida que deja una bala al pasar, le impide continuar con su huida.

—Supongo que... todo termina aquí...fue bueno mientras duró... — Se detiene rendida ante la situación y se resigna a esperar a que su verdugo cobre la deuda de hace ocho años. — ¿Bueno? — Dice mientras empieza a formar una furiosa mueca. — ¡Y una mierda! Me he pasado toda mi vida sumergida en basura. No... ¡No quiero que se termine aquí!

—Veo... — Un hombre viene caminando lentamente desde uno de los extremos del angosto callejón. — Que deseas una segunda oportunidad. — Una siniestra sonrisa adorna su rostro.

...(introducir canción Feeling good)

Tres sombras logran distinguirse desde afuera del callejón. Uno, dos, tres disparos y luego tan solo silencio. Jane es la única que sale del callejón, sus labios rojos esbozan una leve risita. La herida de su pantorrilla ha desaparecido por completo y el revólver que lleva en la mano izquierda expide una leve estela de humo. Lo último que se escucha son los tacones de los caros zapatos que lleva, alejándose lentamente con un rumbos desconocido. Ella se siente muy bien.

Ideas sin pies ni cabezaWhere stories live. Discover now