Capítulo 24

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Fueron a casa de Isabel tal y como le había prometido Natalia al llegar a Jerez, entraron con las llaves que Natalia tenía y la llevó hasta ese patio tan andaluz que había en aquella casa. Allí dos mecedoras de madera quedaban todavía dispuestas a acoger a quien tuviera el bien de estar compartiendo la belleza de aquel lugar.

Alba: Es precioso, la verdad que no esperaba otra cosa de Isabel

Natalia: Sí... es como ella, hermoso

Alba: La quieres mucho, ¿verdad?

Natalia: Sí, ella me descubrió con una camarera que me enseñó algunas cosas (sonrió poniendo gesto pillo y Alba ladeó su cabeza juntando su ceño) ¿Qué pasa a ti no te enseñaron los chicos?

Alba:

Natalia: Pues a mí aquel bombón (dio una carcajada enorme al recordar la escena) Pero por casualidad, Isabel nos descubrió casi le da un infarto cuando nos vio, claro y a mí otro (dio una carcajada)

Alba: Imagino, algo me dijo (cruzó sus manos entrelazando sus dedos)

Natalia: Pues desde entonces es para mí como mi segunda madre después de Lucy, solo que a ella no me atrevía a contarle cosas que a Isabel sí, cuando me planté y dije que no me casaba, fui a celebrarlo entre sus brazos, lloramos juntas porque fue algo muy desagradable, siempre la he tenido a mi lado, es una mujer sencilla, dulce, y muy respetuosa

Alba: Sí, la verdad que yo nunca había tenido una persona a la que contarle mis cosas como a ella, no la conozco apenas, pero... me ha resultado muy fácil, la verdad, ella fue quien me puso sobre aviso de ti

Natalia: ¿Qué te dijo? (la miró divertida)

Alba: Que tuviera cuidado contigo

Natalia: ¿Eso te dijo?, joder... (se quejó) ¿Y qué más?

Alba: ¿Crees que te lo voy a decir? (le preguntó sonriendo y esta vez fue ella quien puso gesto travieso)

Natalia: Te libras porque estas aún blandita que si no...

Alba: Qué si no, ¿qué? (le dijo provocativamente)

Natalia: Que si no te hacía hablar a base de cosquillas (fue arrastrando poco a poco las palabras... unas palabras que por mucha ternura que demostraran al ser lanzadas al aire no se podían comparar con la pasión de sus ojos) ¿Qué más te dice de mí?

Alba: No hace falta que me diga nada ("ya está... ya me tiene a su merced... ¡qué manera de hacer la tonta por Dios, ni que tuviera quince años!, ¡qué mirada nadie me ha mirado así!, ¡ay qué se acerca!")

Natalia: Lo sabes todo de mí... ¿verdad?

El lugar, el olor a geranios, la situación que se había dado en el espectáculo ecuestre... todo parecía haberlas unido de manera especial, por un momento aquel perfume que las envolvía parecía que les había hecho olvidar la realidad en la que se movían, Natalia se estaba acercando lentamente a los labios de una Alba que la miraba un tanto avergonzada e incómoda, Natalia lo sabía pero no podía detenerse, se había apoyado en ambos brazos de la mecedora donde se había sentado Alba a disfrutar de aquel patio andaluz, del cielo, de la maravillosa luz, del ambiente íntimo que sin ellas darse cuenta habían dibujado en aquel patio. Todo estaba acorde con el sentimiento de Natalia y cuando estaba a escasos milímetros de la boca de una desconcertada Alba, ésta se levantó apartándola suavemente.

Alba: ¿A qué hora tenemos el tren?, no vayamos a perderlo (se puso de espaldas a ella cerrando los ojos, abrazándose ella misma)

Natalia: Tienes razón... será mejor que nos vayamos (resopló con fuerza)

La apuesta (ALBALIA)Where stories live. Discover now