Capítulo treinta y tres|Pecados

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CAPÍTULO 33

Dorian

Mantengo mi mirada perdida mientras miro el techo. No quiero levantarme, no, no hoy. Millones de imágenes vienen a mi cabeza y eso es lo que más duele. Dios. Amaría tener una botella de cerveza en mis manos y empezar a quemar mi esófago para desparecer estos pensamientos. Es duro. Es como una maldita pesadilla de la que no puedes escapar. Ni siquiera las píldoras me ayudaron hoy.

Recuerdos de Dorian

¡Sonríe!

Yo no quería, me sentía harto, hastiado de todo esto. Los niños reían en mi cara y sus respiraciones me parecían repugnantes. De vez en cuando en mi mente se encarnaba la idea de empezar a romperle la cara a cada uno de los idiotas que respiraba a mi lado, pero cuando abría los ojos esa imagen ya se había esfumado. Sin embargo, ese día no, no fue así. Cuando vi mis nudillos llenos de ese líquido rojo que una vez conseguí verlo cuando asesiné al obsequio de mi hermana, era un conejo —demasiado estúpido para mi gusto—, se supone que cuando le dices a tu mascota que juegue contigo lo hará, pero no, mi conejo era terco, así que lo castigué con merecidos puñetazos que terminaron con su vida. Y bueno, volviendo a la realidad, esperaba que Louis no estuviera muerto también, pero estaba tendido en el suelo y no reaccionaba. Creo que me pasé con los golpes.

— ¡Dorian Wolf Gray!

Parpadeé seguidamente cuando escuché a mi madre gritar, solo a ella, aunque muchas personas más estaban gritando yo solo escuché a mi madre chillar (algo que acostumbraba hacer conmigo cerca).

Limpié la sangre asquerosa que se había quedado en mis nudillos y vi la nariz de Louis derramando ese líquido. «Qué asco». «Quiero golpearle otra vez, así se le quitará esa cosa fea de la car. Pero cuando me dispuse a hacerlo sentí que alguien me elevaba en el aire y después me tiraba al suelo.

— ¡Maldito demonio! ¡Mi hijo! —Me espetó la madre de Louis y me enteré de quien me había lanzado en el suelo.

Se están cumpliendo trece años desde mi llegada a este lugar y si hay un día que desearía borrar del calendario es este. El mismo día de mi cumpleaños mi padre me abandonó en este lugar, con completos desconocidos, apenas con nueve años; él me abandonó.

Sin embargo, no es esto lo que más me martiriza en este día, es nada más y nada menos que recordar quien soy, lo que una vez hice. Casi asesino a una persona en mi niñez y por esa razón merezco estar en esta cárcel. Cumpliendo mi condena por el resto de mi vida.

Y este es mi estado anímico en el día de mi cumpleaños, odio y agradecimiento, odio por mi padre y su idea de dejarme aquí, odio por mi madre, ella no me defendió, y agradecimiento por haber sido aislado del mundo real, si no hubiese sido así ahora mismo sería un asesino serial.

Ninguna persona en el universo aborrece tanto el día de su cumpleaños como lo hago yo. 

Ruina Mental: Dorian Gray ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora