Capítulo cuarenta|Venganzas

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CAPÍTULO 40

Anabeth

Tras cantarle feliz cumpleaños al padre de Dorian él me dijo que necesitaba aire, intenté seguirle, pero me lo impidió. Decidí dejarle ir, supongo que le he fastidiado demasiado durante todo este tiempo. Le obligué a venir a este lugar cuando él se oponía.

Miro a la madre de Dorian acercarse, así que supongo que viene a hablar conmigo.

—En serio nos alegra que estés aquí —dijo Gabriela, la mamá de Dorian —. Gracias a ti Dorian está presente... —ella repasa en mí — ¿Qué clase de magia usaste? Créeme, me encantaría saberlo.

La mamá de Dorian parecía un ángel... No, es un ángel. Con el poco tiempo que he llevado cerca de ella le he tomado aprecio. No solo ama a Dorian ella realmente lo adora. Me pregunto por qué Dorian no acepta el amor de su familia, me pregunto qué puede ser tan difícil para él.

Me limité a sonreírle antes de pensar en qué decir. No estoy muy segura de decirle a su madre sobre... lo nuestro (si es que así puedo decirle), no sé cómo reaccione.

—Soy algo insistente.

Gabriela me da otro trozo de pastel y yo lo acepto encantada, está para chuparse los dedos. Fue de Dorian la idea de comprarme un vestido y se lo agradezco en grande, si no hubiese venido vestida formalmente estuviera escondida en algún rincón del lugar. Me siento cómoda y para nada fuera del lugar.

Estoy envolviendo un malvavisco en chocolate que sale de una fuente diminuta cuando veo a Dorian. El corazón me palpita con fuerza y las mariposas vuelan por todas mis tripas.
Está más que mono.
Él carga a una de sus sobrinas en sus hombros y juega con otros niños que se acercan. Una sonrisa delata mi regocijo ¡Nunca le había visto tan feliz! Sabía que era una buena idea traerlo de vuelta a su hogar. Un niño le hace cosquillas y él intenta cogerlo del brazo, pero este es más rápido y logra escapar; vaya, está disfrutando... y mucho.

—Es un buen chico, ¿eh? —La voz de Gabriela me hace sobresaltar. Creí que ya se había ido.

—Ah. Sí, por supuesto —carraspeo y aparto el rostro —... Es diferente.

Me muerdo el labio, lo menos que quiere es meter la pata.

— ¿Estáis saliendo?

Empecé a toser como una desquiciada pues el malvavisco ya estaba entrando a mi boca cuando ella preguntó lo anterior.

—No... no, no... bueno... no —agito las manos —, claro que no.

«Deja de habla.

¿Por qué estoy tan nerviosa? Mis manos sudan y tengo que limpiarme las palmas con ayuda de mi vestido.

—Tranquila, no tienes por qué fingir nada, él es un chico muy apuesto.

—Lo sé.

No. Dorian no solo es un "chico apuesto", él es mucho más que eso, él es la clase de chicos que tienes que desmenuzar hasta el núcleo para poder entenderlo, y justo por eso estoy aquí, él me gusta porque es diferente.

—Debes ser muy prudente —continuó ella —. Dorian no es el típico chico del que puedes fiarte.

Junté mis cejas en desaprobación antes tal comentario. Me molesta que hasta su propia madre lo etiquete de esa forma, es obvio que Dorian no es el mejor hombre que existe, el caballero de armadura azul que me dice: Oye, prometo no herirte, prometo estar contigo para siempre y prometo amarte. Más que nadie sé que Dorian no es esa persona, pero también más que nadie sé que él hace un esfuerzo y que cuando lo hace lo hace de corazón.

Ruina Mental: Dorian Gray ©Where stories live. Discover now