26. La pequeña 007

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—Quiero que sea niña —respondió con un suspiro—, claro, si es niño lo aceptaré con la misma felicidad —empezó a acariciar con lentitud su vientre aun plano, fue imposible que no se formara una sonrisa de ternura en mis labios

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—Quiero que sea niña —respondió con un suspiro—, claro, si es niño lo aceptaré con la misma felicidad —empezó a acariciar con lentitud su vientre aun plano, fue imposible que no se formara una sonrisa de ternura en mis labios.

Llevábamos todo el día acostadas en la cama hablando de trivialidades, había ocultado por todos los medios mi arrebato de hace tres días, ya que no quería colocarla más nerviosa. Yo no solía ser de las chicas que formaban shows en frente de un público, odiaba llamar la atención; por eso, apenas Thomas me dejó en la puerta de mi casa me sentí morir, sentía que no entraba suficiente aire en mis pulmones y me mareé.

Me había comportado de la peor manera que pude, mi reacción no ayudaba en nada a las circunstancias, Paula estaba sufriendo, aunque lo ocultaba demasiado bien, pero en las noches la escuchaba levantarse a llorar, muchas veces la descubrí dejándole mensajes de voz al idiota de Elías. Ella no merecía lo que le estaba pasando, Paula era una chica maravillosa y odiaba ver como su familia y el hombre al cual amaba la rechazaban como si tuviera una especie de virus, ella solo quería ser mamá.

Por eso, me había propuesto todo el tiempo que podía con mi mejor amiga, ella necesitaba mi compañía, mi apoyo, quería ser suficiente para que no se sintiera vacía y mucho menos sola.

Estaba disfrutando mi tiempo con Paula, pero desde ese día tenía un mal presentimiento, y este aumentaba cuando le pedía a Thomas que viniera a visitarme o que saliéramos a algún lado y este se negaba dándome la excusa de que estaba muy ocupado, y solo habían pasado tres días, pero para mí eran una eternidad. No quería actuar como una desesperada, pero desde lo sucedido con Cam estaba alerta todo el tiempo.

—Quiero que se llame Sky, o Amber, o Diamond... —la voz de Paula me hizo espabilar y le sonreí mientras asentí con la cabeza, no quería que se diera cuenta de la poca atención que le prestaba—. ¡¿Qué te pasa?! —me dio un manotazo en el brazo, gruñí al impacto y la fulminé con la mirada—, esos nombres son horribles, jamás le pondría eso a mi bebé.

— ¡Pero si tu...! —no pude terminar de hablar porque me interrumpió con rapidez.

—Dime que te sucede, no has dejado de mirar el celular, ¿Desde cuando eres una adicta? —levantó su respaldo de la cama y se quedó sentada observándome enojada, tomé la misma posición que ella y suspiré

A veces mi amiga era un completo estrés.

—Nada —hice énfasis en cada letra para que le quedara claro. Le torcí los ojos y me gané otro manotazo.

—Cuéntame —gruñó

—Na-da —respondí otra vez de mala gana, otro manotazo. Me levanté de la cama con rapidez para evitar que me dejará sin brazo y me quedé de pie lejos de su alcance, no quería sonar patética, pero lo solté sin pensar mucho al respecto—, no he visto a Thomas —bajé mi mirada hacía el suelo.

Corazones cruzadosWhere stories live. Discover now