Capítulo V

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Le bastó una mirada para reconocer hasta qué punto se parecía su hija biológica a ella. Tenían el mismo pelo y los mismos ojos. ¿Sería aquel parecido lo que despertó la inseguridad de Alex como madre? La niña alzó la mirada al oírlos y se fijó Lena. Pero, en lugar de correr a saludarla, como Kara esperaba, se limitó a saludarla con un movimiento de la mano que ella devolvió.

—Siempre sonríe cuando me ve —comentó Lena, evidentemente satisfecha con el estilo de su saludo.

Kara se acercó a la niña y se acuclilló ante ella. Mientras la miraba con curiosidad con sus ojitos azules. Lexa alzó una mano para tocarle el pelo, tan rubio como el suyo, pero la retiró enseguida.

Kara empezó a hablar para presentarse y tranquilizarla, y unos minutos después había olvidado por completo la presencia de Lena y de la niñera irlandesa que se hallaba al otro lado del salón. Cuando los recordó y se volvió, comprobó que Lena se había ido.

Un rato después un camarero llevó unos refrescos y Kara se sentó a charlar con Imra, la niñera de Lexa, para que le pusiera al tanto de las rutinas de la niña. Mientras hablaban hizo un sombrero con una servilleta de papel para su sobrina, que se estaba poniendo inquieta. Finalmente consintió en sentarse en su regazo para beber un poco de zumo. Al sentir la calidez y el peso del cuerpecito de la niña, Kara tuvo que hacer un esfuerzo por contener las lágrimas; aquél era un momento que había temido no llegar a experimentar nunca, y sintió que todos los sacrificios que estaba haciendo merecían la pena.

Imra tenía muchas cosas interesantes que decirle, aunque admiraba demasiado a Lena como para implicar en sus comentarios la más mínima crítica a su empleadora. A pesar de todo, lo que Kara averiguó a través de sutiles preguntas la convenció de que Lena carecía de toda habilidad como madre, y de que probablemente no tenía ningún interés en rectificar aquella conducta. Para entonces Lexa se había quedado profundamente dormida en sus brazos y Kara siguió a Imra hasta la cabina que hacía funciones de habitación de la niña.

Tras dejar a Lexa acostada, Kara fue a la cabina principal a tomar una ducha. No pudo dejar de sonreír mientras recordaba la tarde que acababa de pasar. Las horas habían volado mientras estaba con Lexa. Una camarera acudió a decirle que Lena la esperaba en el salón. Mientras terminaba de secarse el pelo, Kara no pudo evitar recordar la erótica excitación y el exquisito placer que había experimentado una vez más entre sus brazos aquella mañana.

—Cambio de planes —anunció Lena cuando se reunió con ellal—. Volamos a París dentro de una hora.

—¿A París? ¿Por qué?

—Unos amigos celebran una fiesta y estoy deseando mostrarte a todo el mundo.

—Pero Lexa está en la cama y agotada —le recordó Kara, incómoda—. Acaba de volar desde Irlanda.

Lena se encogió de hombros.

—Puede dormir durante el vuelo. Los niños son muy resistentes. Para la edad de Lexa yo ya había dado varias veces la vuelta al mundo con mis padres. ¿Qué tal te has llevado con ella?

—Muy bien, pero nos llevará un tiempo crear los lazos afectivos necesarios.

—A pesar de todo, seguro que serás mejor madre de lo que Alex lo fue nunca.

Asombrada y enfadada por el tono despectivo de Lena, Kara saltó de inmediato en defensa de su hermana.

—¿Por qué dices eso?

—No me asusta la verdad, y la muerte no convierte en santo a nadie. Nunca debiste aceptar donar a tu hermana tus óvulos. Alex fue incapaz de asimilarlo. Habría sido preferible que hubiera elegido una donante anónima.

El dulce sabor de la venganza (Adaptacion Supercorp) COMPLETA...Where stories live. Discover now