¿Han escuchado hablar del mundo de las personas más millonarias? Sí tú respuesta es ¡NO! Te invito a leer la siguiente historia.
8 jóvenes con alto nivel socioeconómico, cada uno primogénitos de excelentes padres con una inmensa fortuna en sus cuent...
—Frida quiere reclamar a su hombre, déjenla. — Gia murmuró desde la otra esquina del lujoso apartamento, acomodó un poco las ondas de su gran cabello rubio brillante y después volteo a mirar a las chicas. — Cody me ha enviado un mensaje de texto, no lo he leído.
—Sino tuvieron o tienen algo, ¿por qué tantos nervios por verlo, Gia? — Blair preguntó mientras acomodaba su gran cabello negro. — Quiero un nuevo cambio de look.
—Tú cámbiate lo que quieras, mamacita. — Frida sonrió.
—No sabía que podrías decir esa palabra en español, una vez se la escuche a Justin... ¡Y! No hablemos más de él. — suspiró — Toda la tarde he estado cansada de escuchar su nombre por aquí y por allá.
—Te encanta escuchar su nombre, B.— Marie rodó sus ojos. — ¿Están listas?
—Yo sí. — Gia asintió y tomó su cartera de Dior.
—Igual. — murmuró Blair.
—Creo. — Frida murmuró insegura.
Marie rodó sus ojos y salieron del apartamento dirigiéndose al lujoso restaurante La Colline. Gracias al cielo, el Cadillac negro de Blair se encontraba a su espera, ingresaron al interior y en menos de veinte minutos se encontraban ingresando al interior del restaurant.
—¿Nombre? — un hombre un poco mayor se dirigió a Blair de forma educada.
Blair sonrió y asintió.
—Blair Leblanc. — sonrió — Mis amigas no están en la lista, creo que sólo tomaron mi nombre.
—¿Puede decirme sus nombres? Quizás de pronto lo estén. — asintió.
—De acuerdo, Gia Bridget, Frida Michels y Marie Waldorf.— sonrió.
—Exactamente, sólo está tu nombre. Pueden pasar — sonrió y les hizo un gesto de cortesía del lugar.
Las cuatro ingresaron, buscando con la mirada al grupo de chicos con el que alguna vez estuvieron involucradas. Sus ojos no podían captarlos hasta que un Justin Bennett las observó y se acercó a ellas con una sonrisa.
—Pensé que tardarían. — suspiró y dirigió su mirada miel hacía la perfecta Blair, ganándose toda su atención. — Vaya, Blair que milagro tenerte por aquí.
—Lo mismo digo. — sonrió indiferente. — ¿Los demás? Creo que morimos por verlos, mucho tiempo alejados.
—Bueno, estamos en las afueras del restaurante. — sonrió — Venga, nosotros también moríamos por verlas.