Tabaco y perfumes ajenos

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A los ojos de Joshua, la palabra "interesante" le quedaba corta a Jeonghan. Era una persona extraña, desde el primer momento en que lo vio y pensó que se trataba de una chica hasta ahora, luego de un mes viviendo en ese hogar de "locas" como le decían regularmente las mismas travestis que le conversaban, contándole historias interesantes y divertidas que podían mantener a Joshua entretenido toda la tarde, de no ser porque el muchacho de profundos ojos y largo cabello rubio aparecía para llevárselo del brazo, ignorando las bromas que sus amigos y amigas le hacían sobre ser "mamá gallina" del nuevo.

Joshua se sentía más que interesado, totalmente curioso sobre qué escondía detrás de esas sonrisas relajadas y esas llegadas de madrugada a la habitación que compartían. Pues Jeonghan era realmente un misterio, y Joshua quería saber más y más de esa caja de secretos.

Siempre que despertaba por las mañanas en la misma cama del rubio, este dormía a pata suelta sin escuchar absolutamente nada a su alrededor. Los primeros días había intentado despertarlo sin falta cada mañana, siempre sin éxito o logrando despertarlo con un humor de perros atroz. Cuando Jun, el muchacho de cabello violeta que mandaba en ese lugar le dijo que no se molestara en despertarlo, que Jeonghan siempre trasnochaba y luego dormía hasta media tarde, Joshua había aprendido a dejarlo ser.

Por lo tanto, cada mañana y casi como una rutina, se despertaba y se daba unos minutos para observar la habitación con detalle, pues tenía tantos cachivaches que cada día encontraba algo que antes no había visto. Luego de esto, se levantaba con cuidado de no molestarlo demasiado, arrastrándose por el borde de la cama evitando aplastarle los pies o algo por el estilo, e intentando no estropear las telas y vestidos que permanecían colgados quizás desde hace cuánto tiempo, levemente estropeados, quemados por el sol y algunos hasta algo apolillados por el tiempo que llevaban arrumados sobre el cofre a los pies de la cama junto al enorme armario cuyas puertas apenas se cerraban. Tomaba ropa limpia y toallas y se dirigía al baño, usualmente madrugaba para poder ducharse antes que el resto, pues solía tardar bastante y a las 9 en punto todos los personajes de ese edificio colorido salían de sus habitaciones para pelearse el baño, el jabón, las toallas, los cepillos de pelo compartidos y un sinfín de otras cosas que Joshua, realmente, prefería evitar.

Al volver a la habitación y confirmar que Jeonghan seguía durmiendo profundamente, enredado en los montones de mantas viejas y edredones cosidos y re cosidos hasta con trozos de tela que claramente no pertenecían ahí originalmente, Joshua se vestía y arreglaba para comer algo, practicar su canto y guitarra y tal vez darse el tiempo de escribir algunas canciones o cartas para sus padres, contándoles cómo las cosas han ido bastante bien a pesar de todo.

Al llegar al comedor no importaba si había pasado una mala noche o si se sentía enfermo (a veces dormía poco pues Jeonghan se acaparaba las mantas o porque lo abrazaba de cucharita y la vergüenza y la poca costumbre lo mantenían en vela), pues la energía que irradiaba la gente del edificio era contagiosa y le hacía querer unírseles a todos.

Desde hacía dos semanas había comenzado a sentarse, con el muchacho conocido como Invierno, aquel que le había prestado su guitarra el día que llegó a Las estaciones. Su nombre era Jihoon, era pequeño, algo tímido y con un sentido del humor increíblemente divertido. Con él solían estar dos muchachos muy simpáticos, uno de ellos llamado Seungkwan el cual se hacía llamar artísticamente Scarleth Velvet (por su voz dulce y aterciopelada, solía decir) y un muchacho chino de nombre Minghao que, a pesar de no manejar perfectamente el idioma aun, se dedicaba a los shows de baile incluyendo las artes marciales que manejaba hasta con los ojos vendados y que los dejaba a todos boquiabiertos en cada una de sus presentaciones.

Joshua no iba a mentir, actuar en shows de drags había sido lo último que habría pensado para su carrera musical; pero estando ahí, en ese momento, conversando y riendo mientras desayunaba, escuchando las historias que los demás tenían para contarle sobre Jeonghan y cómo para todos solía ser un misterio lo que realmente pensaba, no podía evitar sentirse bien. Se sentía feliz, estaba contento de haber sido encontrado esa tarde por Jeonghan con el movimiento coqueto de sus caderas y el cigarro entre sus labios rojos.

Las estaciones [JiHan/Jicheol]Where stories live. Discover now