[16]

5K 758 166
                                    

Entender que lo que hacia ahora era más por necesidad que por gusto es complaciente y jodido de igual forma, tener a Jerome debajo de mi y sus manos recorriendo mi piel logran todo, no me quejo, sabe lo que hace pero la sensación no es la misma que la de años atras pese a ser la misma persona, ¿es normal? ¿Son los sentimientos los que hacen que esto cambie? O son solo las circunstancias? Es el rencor o realmente dejamos de ser los que solíamos ser. 

Bueno si, evidentemente dejamos de ser los que éramos. 

Recorrió su mano de mi cadera subiendo con lentitud hasta mi cintura y mi pecho como si enmarcara un camino para no perderse, retiro mi cabello y acarició la piel de mi cuello, frunci el ceño pero para entonces con fuerza me atrajo a sus labios empujando la parte trasera de mi cuello, mordió mi labio inferior y sonreí, esa clase de fuerza me gustaba mas que la vaga simpleza. 

Inclinó mi cuerpo para dejarme debajo de el, su mano izquierda seguia recargada en el inicio de mis clavículas haciendo un suave agarre en mi cuello, jadee cuando lo sentí introducirse con mayor fuerza en mi intimidad y por mera inercia tome el cabello de su nuca entre mis uñas, el eco de mi respiración entrecortada y el de su pelvis golpeando mi piel, la humedad, cerré los ojos con fuerza para disfrutar el vaivén de sensaciones, era bueno pero no puedo verlo a los ojos, no quiero darme cuenta de que es Jerome, el soltó una suave risilla burlona. 

Susurro en mi oído —¿Se está arrepintiendo, abogada?— me queje y no se si fue por sus estocadas frenadas y fuertes o por su voz hosca 

Beso mi cuello, beso mis clavículas, beso mis pechos y se quedó ahí, besando mis pezones como un crió en busca de leche, irónico y estúpido verlo así pero bueno, era cierto, Jerome estaba succionando mi piel, dejando marcas y yo me sentía ida, no era sexo salvaje pero tampoco era sutil, término medio y creo que esta bien. 

(...) 

Por la mañana sentía mi cabeza dar vueltas, cerré mis ojos con fuerza para acostumbrarme a la tenue luz del día que sospechosamente lograba atravesar mis ásperas cortinas jamás recorridas. Sentí un suave peso en mi cintura y que curioso, una mano pálida y marcada por las venas decorada por un muy pretencioso rolex, bufé. 

—Ya despertaste, eh?— susurro

—Por desgracia

Empuje su mano para apartarla de mi cuerpo y es que puede que anoche verlo me alborotara las hormonas pero después de probar la carne ya no tenía hambre, dicho esto, verlo ahora me da igual de hecho puedo decir que me agobia un poco. 

Me puse de pie y tome mi confiable bata de seda rosa con decoraciones de encaje negro —Espero lo hayas pasado bien pero vete ahora

—Que fría, en mi cabeza me pedias que tomáramos el desayuno juntos, ya sabes, para revivir los ayeres— Se burlo de mi como siempre suele hacerlo

—No estamos en tu cabeza

Sonrió —Ahora si muestras tu rencor, cierto? Admítelo ya

—Admito que no odie que te fueras, odie que la oportunidad se te haya dado a ti— levante los hombros —Pero solo eso, antes te fuiste por tu cuenta, hoy soy yo quien te corre

Abotonaba su camisa y me miraba con astucia, como si hubiera anticipado mis palabras, debo admitir también que no siento mejoras en mi zona V. 

—Claro que me voy, no te alteres, Nos hemos usado lo necesario—  me paso de largo y abrió la puerta de mi habitación —Quién lo diría, Taylor acostándose conmigo por miedo a la soledad— atacó

—No puedo esperar los periódicos "Hombre desconocido sale de casa de la abogada GaeIn Taylor"

Lo escuche bufar y finalmente salir de la habitación, camine por inercia a las cortinas y mire de entre ella con cautela solo recorriendolas lo necesario para verlo subir a su auto y marcharse de una buena vez. 

HIBRISTOFILIA|El Sindrome de Bonnie&Clyde Where stories live. Discover now