[La Verdad No Contada;01]

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Recibir la noticia de que tu madre y tu hermana fueron asesinadas por un hombre cuyo deber debió ser protegerlas no era una noticia tan fácil de digerir, aquel era un hombre al qué sé suponía debería haberle tenido al menos un minimo de respeto pero eso no es algo predeterminado, es algo que se gana. La familia también hace daño y no debería ser una obligación amarla si no se siente sincero.

No recuerdo hace cuanto que no las veía pero si se que mi hermana era lo único que me hacia querer volver porque de lo contrario hace mucho habría dejado todo en el abismo en el se se hayaba.

GaIn Taylor, ese nombre estaba por todas partes, en los periódicos, en la radio y en las noticias, la gente la culpaba como si ella hubiera sido quien jalo el gatillo en contra de mi hermana, la gente la culpaba como si de ella hubieran sido las manos qué asfixiaron a mi madre y no, no lo era.

Pero al igual que el resto yo solo buscaba alguien a quien culpar, alguien a quien señalar y sentir de alguna u otra forma esa paz qué mi madre tanto buscó pero quizás eso también me hacia igual de imbecil qué mi padre, ¿Quien culpa a alguien que apenas y conoce?

Sabia su nombre y solo una vez vi su rostro, la frialdad de su mirada me hizo preguntarme si hacia mal en señalarla inocente, porque lo hacía, en el fondo yo sabía que este asunto nada tenia que ver con ella. Una vez fuera de la academia pensé en iniciar una vida nueva, quizás, alejarme de tanto odio...pero en las noticias nuevamente su nombre apareció después de mucho tiempo, resulta ser qué GaeIn Taylor había dejado en libertad a un violador quien después de su libertad abuso de 3 mujeres cerca de la frontera y fue ahí cuando no pude negarmelo mas, ella si era culpable.

Busque por todas partes algo que me indicara qué mis sospechas eran ciertas pero solo encontre la firma de abogados a la que pertenecía y por más estúpido qué parezca, ahí la veían como a un fantasma.

El hombre suspiro desganado dejando la carpeta de papeles con cinismo sobre su escritorio —Le suplico sea breve, tengo una junta en cinco minutos

—Señor Davis, tengo entendido que la abogada Taylor pertenece a esta firma

Me miro por encima de sus lentes, me sonrió con un carisma difícil de descifrar y asintió —Conozco el nombre pero no su rostro

—¿No conoce a sus empleados?

—Tal vez si, tal vez no— sonrió de nueva cuenta haciendo notable su oyuelos, casi parece inofensivo pero sus palabras no eran más que agresiones —No le mentire, lo más seguro es que quien sabe

—Le pido.-

—Cuando tenga una orden venga y pida— tomo un par de papeles y se puso de pie animandome a salir junto a él —Mientras, no puedo hacer más que invitarle una buena copa de vino

Guiño dejándome frente a su secretaria quien corrió a su pedido, vi al hombre girar a un pasillo y es obvio que la estaba protegiendo, si ella realmente era una Abogada inocente ¿Por que tratar de ocultarla de toda posible amenaza? No es acaso ¿"Quien nada debe, nada teme"?.

Hayarla era difícil pero sabia que tampoco era imposible, hace tiempo que no veo su rostro pero su nombre estaba plasmado en mi cabeza como una canción terrible pero pegajosa y resulta aberrante. El licenciado Davis, un hombre muy popular y conocido entre políticos, algo habrá de tener a sabiendas de lo sucia qué era la política y preguntando a mis superiores en la militar pude hayar pistas, solo necesite embriagarlos y preguntar, Davis no estaba nada limpio.

Con su firma el lavaba dinero de funcionarios corruptos y si el dueño era así ¿que esperar de un empleado? Pero si algo supe diferenciar de Davis era su pasión al trabajo y a sus logros. Aquel día volví a entrar a su oficina más seguro que la primera vez.

HIBRISTOFILIA|El Sindrome de Bonnie&Clyde Onde histórias criam vida. Descubra agora