Prólogo

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Lan Xichen siempre fue un buen samaritano dispuesto a ayudar personas en necesidad. Un prodigio desde que tiene memoria. Corazón y mente tan puras como un copo de nieve que siempre cae pero jamás toca el suelo. A los 24 años se convirtió en la cabeza familiar. Un don innato para los negocios. El primer Jade le llamaban, aquel al que su familia adoraba como si fuera un dios. Siempre queriendo hacer sonreír a su casi inexpresivo hermano menor. Lan Wangji era, y siempre sería, una de las cosas más importantes en la vida de Lan Xichen.

Cuando se hizo cargo de la poderosa empresa familiar su tío y padre estaban tan rebosantes de alegría que no cabían en sus caros asientos tallados a mano. Responsable, amable, siempre voluntarioso para liderar y tomar decisiones. Todo un Jade destinado a ser venerado por los mundanos pertenecientes a un insípido mundo que jamás podría llegar a igualar su prístina alma. A excepción de su hermano, Lan Wanji, pues él era lo más cercano a un ángel junto a Lan Xichen. Los dos Jades de la mansión Gusu, bien conocidos por todos los medios de comunicación.

El mayor, más conocido por todos como Zewu-Jun, asumía el papel de líder como ningún otro. Su aura de bondad hacía cuestionar a las personas si el hombre no era algún tipo de deidad que descendió en secreto del cielo para traer paz a donde sea que vaya. Y es que no podemos olvidar mencionar el pequeño-gigante detalle de que Lan Xichen posee una belleza celestial. Ojos tan brillantes y segadores como la pieza más cara de oro que jamás haya sido encontrado. Una piel blanquecina y delicada tal cual jade haciendo honor a uno de sus títulos. Casi dos metros de altura y el cabello negro tan sedoso como la tela misma hacían suspirar a todo ser viviente que se cruzara en su camino. Un adonis, el mejor partido. Ni príncipes ni caballeros podrían hacerle competencia a esa delicia natural andante; todos tenían eso en mente al momento de explicarse una y otra vez... ¿Por qué alguien tan perfecto como Zewu-Jun se vería comprometido con un ciego, gruñón, y  malhablado como Jiang WanYin?

Esa misma interesante pregunta se hacía mentalmente Lan Xichen sentando frente a su tío y padre... quiénes le acababan de dar esa pequeña-gran noticia.







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Hasta aquí el prólogo, si encuentran faltas ortográficas me lo hacen saber y gracias por leer.

Eyes Closed | Xicheng Where stories live. Discover now