Deja que yo cargue con ellos

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¿Cómo había llegado hasta este punto?

Justo después de recibir el servicio, Hinata colapsó en el suelo como peso muerto. Todos sus jugadores entraron al gimnasio corriendo, asustados al ver al chico tirado, incluso Kageyama perdió un poco el color cuando se dio cuenta que no respondía.

Hinata, inconsciente respiraba con dificultad y tenía el rostro increíblemente rojo. Inmediatamente lo llevaron al servicio médico de la escuela.

Para su suerte aún estaba la enfermera en turno, quien examinó inmediatamente al joven. Al parecer era solo un resfriado, posiblemente influenciado por el mal tiempo, nada de que tuvieran que preocuparse.

Una hora después de que le suministraron medicamentos para bajar la fiebre y notar que Hinata iba a tardar más en despertar, mandó a los chicos de vuelta a casa. Era muy tarde y el cielo amenazaba con dejar caer una tormenta, todos caminaban hasta sus hogares y no estaría bien que se mojaran y terminaran en el mismo estado que Hinata. A regañadientes aceptaron irse, Noya y Tanaka prácticamente fueron arrastrados por el capitán. Prometió que tan pronto el menor abriera los ojos, Kageyama les escribiría un texto para ponerlos al tanto.

Tobio terminó quedándose para cuidarlo, al sentirse parcialmente responsable de que el menor haya terminado en ese estado. Tobio había notado que durante la prueba estaba mucho más lento y hasta un poco torpe, también recuerda que pensó sobre el rubor exagerado que no abandonaba sus mejillas, sin embargo no se detuvo en algún momento para verificar que estuviera bien.

Lo miró fijamente, nunca nadie lo había hecho enojar así en su vida, aunque Tobio no era la persona más paciente y tolerante del mundo, rara vez llegaba a su límite como lo hizo con Hinata. Miró los cortos brazos de Shoyo, a pesar de haber pasado ya bastante tiempo desde la prueba, seguían muy rojos y habían comenzado a aumentar su volumen, se sintió muy avergonzado de llevar este asunto tan lejos, era un adulto hecho y derecho, sin embargo había puesto en riesgo a este chiquillo a causa de su problemas personales.

Había actuado como un idiota.

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Hinata abrió los ojos perezosamente cuando su estómago gruñó con fuerza, sólo el hambre lo sacó de su letargo.

Lo primero que hizo fue tratar de descifrar dónde estaba, porque este lugar no se parecía al gimnasio. Se sentó y pudo sentir un parche frío en su frente, estaba en la enfermería de la escuela ¿Cómo llegó ahí? lo último que recordaba era que estaba tratando de recibir diabólicos saques del entrenador de Karasuno y que, si su cerebro no le había jugado una broma, lo había logrado por un pelo al final. Pero después de eso estaba en blanco.

Hablando del rey de roma, Kageyama Tobio, alías "entrenador demoníaco", estaba sentando a su lado, dormido para variar. Con los brazos cruzados y la cabeza flexionada al frente. Lo ideal era despertarlo, pero olvidó la idea cuando lo escuchó suspirar entre sueños, casi como un inocente y pequeño niño.

Se levantó de la cama para verlo más de cerca, tendría que admitir que le comía la curiosidad poder tener un mejor plano de su rostro, así que con los pies descalzos fue hasta él. El entrenador estaba sentado en una posición que parecía de los más incómoda, seguro que cuando despertara iba a dolerle mucho el cuello. Rió cuando se dio cuenta que incluso dormido tenía ese ceño fruncido, ese que se formaba cuando dirigía sus superiores en los entrenamientos. Se cuestiona sobre si no tiene otra expresión que las de seriedad y enojo ¿Qué haría sonreír a este hombre?

El mismo estúpido impulso que lo llevó a mirarlo como un bobo, algo muy interior y raro, lo incitó a levantar su cabellos y encontrar los secretos que esconde debajo de su flequillo azul. Descubre que Kageyama pestañas largas, muy espesas y una frente amplia con pliegues marcados. Utiliza su dedo índice intenta quitar las arrugas en la frente, sin embargo al tercer intento logra lo que había evitado, despertarlo.

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