Si esta no es una señal...

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Cinco minutos. Cinco minutos ya han pasado y Kageyama Tobio no se ha movido del lugar donde está. Aún no acaba de entender qué sucedió un momento atrás. Se siente cálido, tranquilo pero a la vez ansioso, lleno al mismo tiempo que hambriento. Es verdaderamente gracioso tener tales sentimientos encontrados. Contradictorios los unos con los otros.

— Entrenador, ya es hora— lo llama Sawamura, seguro que se ha preocupado por su demora.

Agradeció internamente al chico porque por fin pudo salir de su ensoñación.

No importa que su corazón palpitara a mil por segundo, con una fuerte amenaza de entrar en paro en cualquier momento después de recibir aquel abrazo, debe de mantenerse tranquilo. Aún después de ser sacudido por aquel terremoto de cabello naranja, con sus sentimientos al borde, él, Kageyama, tenía que dirigir a sus chicos a la victoria y para ello tenía que tener la mente fría. Se limpia las manos sudorosas en su pantalón, tiene trabajo que hacer y no puede darse el lujo de flaquear.

Hinata ha dicho que va a darle el partido que desea ver, bien, porque no esperará algo menos que lo mejor de él.

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Cuando regresa al gimnasio percibe que sus chicos están más que nerviosos por el encuentro, principalmente los de tercero. No piensa regañarlos, no contra estos oponentes, después de todo van a jugar contra el equipo que los eliminó hace dos temporadas en las primeras rondas del campeonato, contra uno de los mejores equipos de la prefectura, el Dateko.

La fuerza del equipo no se basaba en la nada despreciable altura de sus integrantes, más de la mitad estaban arriba de 1.80 mts y había al menos un par de 1.90mts, tenían perfectamente pulida su habilidad para bloquear. Eran conocidos como el muro de acero, porque eran capaces de neutralizar a los rematadores de nivel nacional. Un equipo formidable al cual enfrentarse.

Sin embargo confiaba en que su equipo tenía todo para superar aquel muro que se alzaba, tal vez no eran igual de buenos en los bloqueos pero tenían una deidad guardiana que salvaría los balones que rebotaran, un colocador que jamás dejaría de levantar y rematadores con la destreza y fuerza para anotar. Si no creyera en su potencial nunca hubiera programado este juego.

A Hinata olvida, al menos de momento, que ha abrazado a su entrenador momentos atrás cuando mira a esos gigantes calentar en la duela. Él no es particularmente alto si lo comparan con sus compañeros de equipo, no le causa problema, pero frente a estos chicos se siente completamente un enano, como si pudiera ser aplastado de una mala pisada.

No, no debe de temer ahora, tiene que hacer el partido de su vida. Lo ha prometido y si quiere tener aquella mirada de color azul sobre él nada más, debe de traer una victoria a su nueva casa, el Karasuno. No sólo por su equipo, sino por él mismo que entró a este instituto con el sueño de alzarse sobre las murallas más altas. Ha entrenado como loco, sin renegar. Obediente cual soldado en guerra.

Este es su momento.

Diez segundos antes de que el silbato pite el inicio del partido ambos, Kageyama y Hinata, vuelven a buscarse con la mirada. Nerviosos, ansiosos, deseosos el uno del otro de una manera que ninguno de los dos entiende en lo más mínimo. Aquella necesidad es tan nueva y extraña que hace que su estómago hormiguee. Hinata le sonríe, no con la dulzura que acostumbra, sino con fiereza, a Kageyama le encanta.

Si tuviera que comparar aquel sentimiento con algo, tendría que ser con el voleybol, con aquel deporte que es su vida, su pasión.

Suena estúpido, pero él es estúpido, ambos lo son.

Quiere mirarlos a todos, pero sus ojos buscan nada más que a la figurilla naranja que nada más al tocar la duela ya está buscando otro punto para rematar, sin perder tiempo en deprimirse porque su primer intento de marcar un punto ha sido frustrado. Sus compañeros entienden que no deben de meterse en su camino, este juego no es para jugarse individual pero todos son conscientes que Hinata es una bestia hambrienta del deporte y que cualquiera que lo obstruya no hará nada más aniquilar su ritmo, lo que sería nefasto para el equipo.

SonWhere stories live. Discover now