No apartes la mirada

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Su nariz percibe un olor agradable, es justo como el rocío de la mañana, como las flores nacientes en los campos primaverales de Miyagi. Pero poco a poco comienza a desvanecerse, no quiere que eso pase. Busca en la oscuridad de su sueño, con anhelo y deseo, la raíz de tan celestial olor antes de que se pierda. Siente un cosquilleo en la punta de su nariz cuando halla la ansiada fuente. Batallando con el peso de sus párpados cansados Kageyama abre los ojos.

Qué vista, tan maravillosamente perturbadora la que tiene en aquella alcoba que sigue bajo los dominios de la mañana sin sol.

Hinata duerme muy cómodamente sobre él, con la cabeza recargada en su pecho y sin una pizca de pena ni pudor. No tarda nada la vergüenza en invadir su rostro, ahogando un grito de sorpresa que no para de preguntar "¿Cómo es que han hecho para llegar a esta posición?"

Aún sabiendo que lo mejor era despertarlo y evitar malos entendidos, porque sabe que hay una y un millón de ideas que pueden crearse por la intimidad que posee que estén tan cerca. Pese a ello, se permite quedarse en esa posición, que por muy embarazosa que fuera, le llenaba el cuerpo de sensaciones que no podía explicar, pero que le encantaría que nunca se desvaneciera. Nunca ha experimentado nada igual, esa necesidad de retener a otra persona sin importarle que dicha persona no lo consienta.

¿Qué pasa con él? Hinata no es más que uno más de sus jugadores, uno que se ha pasado brincoteando de aquí para allá en su cancha, con su cabello mandarina y chillona voz. Es cierto que es un asco en los fundamentos, que tiene problemas para memorizar las estrategias, pero en determinación no hay nadie en el club de voley de Karasuno que pueda superarlo, ni que tenga una sonrisa tan bonita. Se dan un par de golpes mentales, no debería estar pensando en ese tipo de "cosas", pero después de anoche no puede evitarlo.

De él conoce poco, por no decir nada y aún así ha dejado que pase el límite en más de una ocasión en el entrenamiento, como que le levante la voz y desobedezca sus reglas. Y ahora no sólo deja que pase del umbral de su casa, permite que llegue hasta donde quiera y hasta le prepare la cena, ha roto la barrera de lo profesional y lo personal. Hoy se arrepiente, debió negarse a caer en la tentación de esa deliciosa comida casera, evitar poner de excusa que le pagaría con entrenamientos extras, que no eran más que una tapadera para verle más después del club; pero ayer, ayer no podía evitar sentirse el más afortunado por tenerlo.

Sin darse cuenta, comenzó a invadir esa selva salvaje de color anaranjado, hundiendo sus dedos entre sus hebras y perdiéndose en la suavidad. Miraba la carita dormida, por suerte dormía con la boca cerrada, nada de baba regada en su pecho. Vaya que tenía más la cara de un infante que de un adolescente, con gestos tiernos y ojos brillantes, mejillas redondas y que al menor esfuerzo se coloreaban. Su diminuta altura, que daba apenas para alcanzar sus hombros, tampoco le ayudaba mucho.

Dentro de la misma inconciencias, cierra los ojos y vuelve a sumergir su nariz en el cabello de Hinata.

—Entrenador— esas palabras en una pequeña brisa fueron sopladas directamente en su cuello.

Siente que cada centímetro cuadrado de su piel se erizó por la estimulación del aliento ajeno. Y en un impulso, se levanta, tan abruptamente que echa al aún dormido Hinata por el aire. Ni aunque su cabeza golpeó contra el extremo del sillón debido a la fuerza con la que fue lanzado, el enano mostró signos de querer despertar.

Cosas buenas de vivir solo, porque si alguien los encontraba en esa posición seguro que causaría un gran alboroto, no podía estar así con uno de los chicos que entrenaba, en general con ningún chiquillo de quince. Con no tanto cuidado, se escurre fuera del sillón y permite que el jovencito disfrutara un rato más de sueño. Huye hasta su habitación, a ponerse unos pans y tenis, necesita con urgencia un poco de aire o va morir asfixiado por sus propios pensamientos. Pensamientos que lo están dirigiendo a un terreno que no quiere posar, fangoso e inseguro, ilegal.

SonWhere stories live. Discover now