2. Una delicia, vamos.

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–Vale, la lista de invitados ya está. Pero aún tenemos que buscar un catering para el día del estreno...

–Tranquila, Amelia, de eso me encargo yo, que para eso soy tu ayudante –la tranquilizó Jesús. Estaban en el teatro ya que acababan de terminar uno de los ensayos y estaban ultimando los detalles para el estreno que sería la próxima semana.

–Espera, espera... ¿se puede contratar un servicio de catering a un hotel? –preguntó Amelia a su ayudante tras tener una idea.

–No lo sé, supongo que si el hotel lo tiene entre sus servicios... aunque no lo creo, ¿no te parece que ya tendrán suficiente trabajo con lo que hacen día sí y día también?

–Bah, no será para tanto, seguro que les cuesta lo mismo que si tuvieran un evento en el propio hotel.

–Bueno, lo mismo, lo mismo... No creo.

–Jesús, no te contraté para que me llevases la contraria todo el tiempo –éste levantó las manos en señal de rendición, para dejar paso a que Amelia hablara–. A ver, estaba pensando en un hotel del centro en el que se ha quedado mi madre cuando ha venido a visitarme. ¡Que es qué siempre habla maravillas de su comida! Cómo era... –Jesús puso cara de interrogante, esperando a que su jefa y amiga recordara de qué lugar se trataba–. Está en la zona de Sol... Sol... Sun, ¡claro! El Sunset Madrid.

–¿El Sunset? Pero Amelia, que es un hotel de cinco estrellas...

–¿Y? Es el estreno de uno de los musicales que más tiempo me ha costado hacer realidad y le tengo mucho cariño. Quiero que todo salga perfecto.

–Sabes que en Madrid debe de haber miles de empresas de catering, ¿verdad?

–Jesús...

–Vale, no se hable más, hablaré con el Sunset –Jesús accedió. Amelia asintió y sonrió satisfecha.

Y así fue la conversación que llevó a que Luisita tuviera que poner sus esfuerzos en un evento que le quitaría la mayor parte de su tiempo. Tenía que diseñar qué aperitivos ofrecer, hacer una lista de los vinos y demás bebidas que maridaban bien con éstos y elaborar una relación de alternativas para alérgicos e intolerantes, quería tenerlo todo perfectamente preparado antes de la reunión que tendría con la gente de la productora para detallar cuáles serían los aperitivos y bebidas definitivos.

Mientras preparaba todo para la reunión, Luisita dio las gracias al universo por la existencia de los segundos jefes de cocina, que serían los que se ocuparían de remplazarla para los servicios de comidas dentro del propio hotel. Justo cuando tenía todo el papeleo organizado, recibió una llamada a su despacho desde secretaría de dirección.

–Luisa, el director me ha pedido que le recuerde que en media hora se reunirán con la empresa productora contratante del evento.

–Muchas gracias, Sonia, enseguida salgo hacia la sala de reuniones –Luisi colgó y suspiró, entendía que era parte de la responsabilidad del director procurar que nadie de su personal estropeara la imagen del hotel, pero a veces le molestaba que pareciera que no confiaba en ella después de todo este tiempo, como si alguna vez hubiera cometido algún tipo de falta... Luisita se quitó el gorro del uniforme, se colocó el pelo y recogió la carpeta con los papeles que necesitaba. Respiró hondo y salió de su oficina rumbo a la sala de reuniones–. Daniel, voy a una reunión, ocúpate de todo, por favor –advirtió al segundo jefe justo antes de salir de la cocina, a lo que éste asintió.

Luisita llegó a la sala de reuniones segundos antes que el director, lo cual le hizo gritar en su pensamiento un "¡chúpate esa! Para que seas desconfiado...". No es que odiara a su jefe, pero a veces no soportaba cuando se "pasaba de listo", tal y como le contaba a su hermana María cuando estaba con un humor de perros y necesitaba desahogarse, así que solía celebrar cada pequeño triunfo, aunque fuera en silencio consigo misma.

Pasados unos minutos de la hora a la que habían quedado, llegaron una mujer morena la cual Luisita asumió que era Amelia y un chico delgado y risueño un paso por detrás de la actriz. Ambos acompañados de un recepcionista que les indicó el camino a la sala de reuniones y quien volvió a su puesto una vez los clientes habían llegado a su destino. Amelia estaba quitándose las gafas de sol, mientras una gran sonrisa se dibujaba en su cara. Lo primero que le pasó a Luisita por la cabeza fueron las palabras de María: "el caso es que es un animal escénico, lo mismo te hace una escena dramática, como una cómica, que baila de una manera que te deja sin habla... Una delicia, vamos." ... "Una delicia, vamos." ... "Una delicia". ¡Vaya! Si esta era la impresión que Amelia causaba la primera vez que la veías... Iba a resultar que María tenía razón.

–Señorita Gómez... ¿Luisa? –el director llamó su atención.

–Ah, sí, disculpe –Luisi notó como Amelia la miraba sonriendo.

–Cómo iba diciendo... Señorita Ledesma, esta es nuestra jefa de cocina, la señorita Luisa Gómez, será con ella con quien decida qué desea servir en su evento –Luisita y Amelia extendieron sus manos al mismo tiempo para saludarse.

Luisita hizo una sutil reverencia con su cabeza para acompañar su saludo. –Encantada de conocerle, puede llamarme Luisita, Luisa es nombre de persona mayor.

Amelia sonrió otra vez y sin soltar la mano de la cocinera, se dirigió a ella. –De acuerdo, Luisita. Y por favor, tutéame, seguro que tenemos más o menos la misma edad –Luisita correspondió las palabras de Amelia con una sonrisa cordial–. Este es Jesús, mi amigo y ayudante –tanto el director como la cocinera saludaron al susodicho.

–Ha sido un placer. Yo tengo otros asuntos que atender, pero les dejo en buenas manos –el director se despidió cordialmente y se fue en dirección hacia su despacho, no sin antes lanzarle una mirada a su jefa de cocina. Luisita correspondió la mirada y sonrió disimulando lo que en realidad estaba pensando "ya está este hombre intentando controlarlo todo..."

–Acompañadme por aquí, por favor –dijo amablemente una vez el director se había ido. Luisita condujo a sus dos clientes al interior de la sala de reuniones y les indicó que tomaran asiento alrededor de la gran mesa que ocupaba el centro de la habitación.

Tras una reunión satisfactoria para ambas partes, en la cual Luisita les sugirió otra reunión para probar en persona los canapés y el vino para "asegurarse de vuestra elección" y Amelia rechazó porque "me fío ciegamente de tu criterio", se despidieron hasta el día del evento, no sin antes acordar que si era necesario se volverían a reunir.

–Ya sabe donde estamos si nos necesita –Luisita extendió su mano sonriendo, Amelia le correspondió. Una vez se encontró sola, Luisi exhaló un gran suspiro que había estado conteniendo durante toda la reunión–. Hija, mira que te vuelves tonta cuando ves una chica guapa –se dijo en voz alta–. Cautela Luisi, porque es un imposible.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora