40. Ay, Amelia, ¡vaya par!

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•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales.
En el capítulo anterior: Amelia le consigue un papel a María en una película que va a producir basada en el musical "Sempiterno".
Luisita y Amelia intentan tener algo de intimidad cuando consiguen que Oliver se duerma, pero son interumpidas. Tras una conversación con Luisita, María se ofrece para cuidar de Oli una noche.

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–Cariño, no has olvidado poner todo lo necesario en la mochila de Oliver, ¿no? –preguntó Amelia cerrando la puerta del copiloto tras sentarse en el coche. Acababan de dejar a Oli en casa de María para que pasara la noche allí.

–Por supuesto que no, Amelia, pero... –dijo Luisita con voz apenada antes de arrancar el motor.

–¿Pero?

–Pues que me siento culpable –reconoció mientras ponía el intermitente y miraba por el retrovisor para incorporarse a la carretera.

–¿Culpable? ¿Por dejar a Oliver una noche?

–Con lo que nos costó adoptarlo y vamos dejarlo para que tú y yo podamos... ¡Me siento egoísta, Amelia!

–¿Egoísta? Amor, nuestra relación también debemos cuidarla, ¿cómo vamos a conseguir que nuestro hijo sea feliz si no podemos dedicarnos tiempo a nosotras? –la pregunta de Amelia hizo que Luisita empezara a ver las cosas con una perspectiva diferente–. Es equilibrar la balanza, que los niños son un amor, pero la realidad es que agotan. Y si nosotras no somos felices, tampoco podremos conseguir que nuestro hijo lo sea.

–La verdad es que visto así... –admitió Luisita con una actitud más positiva.

–¿Te sientes mejor? –preguntó Amelia mirándola y poniendo su mano sobre la pierna derecha de su mujer para acariciarla suavemente. Inmediatamente, Luisita se sintió culpable otra vez durante unos instantes, porque estaban teniendo una conversación importante y, al notar la mano de Amelia sobre su muslo, sintió un calor repentino recorrer todo su cuerpo. Como si Amelia la tocara por primera vez. Entonces, dejó escapar un suspiro que la morena confundió por una respuesta negativa–. Vale, entonces si quieres, cuando lleguemos a casa descansamos y vemos una peli tranquilas.

–¿Qué? –preguntó Luisita sin entender qué pasaba–. ¿No decías que debíamos equilibrar la balanza?

–Sí, pero como has suspirado así...

–¿Es por eso? Ay, Amelia, he suspirado porque esa mano que tienes sobre mi pierna me ha puesto a mil –reconoció sin pudor–. Ya sé que es una tontería, pero es que te echo tanto de menos que no puedo evitarlo –Amelia retiró la mano rápidamente.

–¿Mejor?

–Bueno, mejor... mejor para que no tengamos un accidente. Nada más.

*****

Cuando llegaron a casa, al contrario de lo que ambas habían visualizado en sus cabezas, no entraron cegadas por la pasión y quitándose la ropa con impaciencia, sino que cruzaron la puerta de entrada cogidas de la mano y con serenidad, suspiraron ante la calma que se notaba en la estancia y se prepararon algo rápido de cenar.

Cenaron mientras conversaban y se contaban cómo había sido su día en sus respectivos trabajos. Luisita habló sobre un evento que tendría lugar en el hotel, un congreso sobre marketing y emprendimiento. Amelia le contó a su mujer cómo iban las audiciones para "Sempiterno" y que, tras ver la audición de María, estaban decidiendo entre dos papeles importantes para asignarle.

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