Capítulo siete: El mundo no deja de girar, y yo no estoy en él

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Los días que Mingyu permaneció enfermo, Wonwoo se encargó completamente de él, de sus necesidades, de si quería comer, beber, o incluso ordenar. 

Estaba mucho mejor, y Wonwoo se sentía orgullos, puesto que era domingo y el menor comía como antes lo hacía. Estaba feliz de que ya no se sintiera mal, ni que tuviera alguna molestia. Sus cuidados fueron fructuosos, y completamente enriquecidos en cariños y caprichos que cumplía a pesar de que el castaño no quisiese hacerlo. Al fin podía volver a su vida normal. 

Y no quería hacerlo por alguna razón. 

Un domingo por la tarde, estaba revisando que no le faltara nada, porque en verdad no quería dejarlo. 

—Wonwoo ya vete a descansar, me has ayudado demasiado.—Su voz todavía estaba gangosa, con alguna que otra vez que tosa levemente con la garganta más rasposa.—En serio, para.

—Pero... Es que no quiero irme. Mi casa está vacía, y fría. No quiero irme de acá.—Hizo un puchero, soltando las toallas que tenía en sus brazos sobre el sillón. Mingyu estaba con ropa cómoda y Wonwoo traía un delantal porque estaba cocinando al mismo tiempo que ordenaba.

—Wonwoo... Estás cansado, tienes ojeras y estás descuidando tu trabajo. Por favor no sigas. Yo estoy bien.—Afirmó, con un estornudo al final.—No es por el resfriado, sólo soy alérgico al polvo.

—Entonces quitaré el polvo.—Dijo con una leve sonrisa, tomando las toallas otra vez.

—¡Que no! ¡Basta! Ve a tu casa con Libra, descansa, duerme, trabaja, lee, lo que sea pero haz tu vida.—Dijo ya enojado. Estaba preocupado por Wonwoo, no quería que dejara su vida por algo tan absurdo como una ocasión de resfrío.

—Está bien, pero... Pero no estoy cansado, que conste.—Fue a guardar las toallas, y luego tomó sus cosas.—Cuídate, te dejé comida en el refrigerador.

—Sí mamá, nos vemos.—Rió mientras lo despedía. 

Mingyu cerró la puerta. Wonwoo suspiró yendo a su departamento. Y aunque no quería irse, se sintió aliviado. Había hecho algo bien, y se necesitaba lleno. Con la buena ayuda de todo el mes. 

Mingyu al fin pudo sentirse solo. Pero no era la sensación que quería, no y no. Era algo que le impedía disfrutar su soledad. 

Pasaron los días sin verse, ninguno de los dos tenía tiempo con el trabajo. Mingyu con reponerse relacionado a su panadería, y Wonwoo  con las nuevas actualizaciones de su laboratorios y las remodelaciones en las que tenían que investigar o probar. Ni siquiera se veían. Hace eso de una semana.

Quizás no se daban cuenta, pero el tiempo pasaba, y con la promesa interna de: Mañana lo visitaré

Sólo era algo que se decían para calmarse mentalmente aunque no se fueran a ver a ese día siguiente. Eran casi las palabras de aliento diarias. Se supone que eran felices, se supone que la felicidad existía, que la felicidad era de algo que podía conseguir con tu autorealización. Pero no todos la consiguen, porque no todos saben quienes son. 

No todos decían las cosas a la cara.

No todos son quienes son.

Y no todos quieren ser grandes. 

Pero, todo puede mejorar. Porque aunque la felicidad técnicamente no existe, sí que existen los momentos de alegría, los momentos donde las sonrisas salen con facilidad, las sonrisas que son completamente honestas y bonitas, las sonrisas que pueden alegrar el momento, pero sólo por ese segundo. 

Si alguna vez alguien se pregunta que porqué la gente no sonríe en la calle, o porqué no todos tienen fuertes sonrisas en el rostro, es porque no todo el tiempo se puede. No todo el tiempo se puede sonreír y es algo que se sabe con el tiempo, es algo que debe de reconocerse. No puedes ser siempre positivo, no puedes ser siempre alegre, no puedes ser siempre la hermosa persona feliz e indestructible. Podemos caer, podemos esconder cosas, podemos llorar, podemos hacer lo que sea. 

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora