Nueva Integrante.

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Pasar entre la gente de aquí era como estar frente a un jurado a punto de recibir la condena de muerte. Me juzgaban, y no por como iba vestida, claro que no, sino por el simple hecho de tener una T en mi cuello. Para ellos era menos que basura. A pesar de eso, no me habían tocado aún. Parecían decentes en lo que cabía.

En eso no se parecían a los Torres.

- Tan bueno que está ese hijo de puta, es una pena - dijo Gladys, enfundada en su minifalda y con sus prendas brillando bajo la luz que entraba por la ventana.

- Pisó en donde no debía - le contestó la morena de ojos negros como el abismo más profundo. Ella era mas callada y reservada, todo lo miraba pero nunca decía nada más de lo necesario.

- ¿Por qué le hacen eso? - pregunté por fin, mirando como golpeaban entre todos a un chico que colgaba encadenado.

Me daba lástima pero no era la primera vez que lo veía, en cambió si la primera en la que lo cuestionaba. Y en realidad, fue estúpido hacerlo cuando ya sabía que odiaría la respuesta.

- Es un Luque, niña. - dijo Gladys mirándome con esos ojos viciosos nublados por el humo de su cigarrillo.

Asentí levemente, cabizbaja y me di la vuelta dispuesta a irme a mi habitación. Suponía que aún me quedaba algo de tiempo para dormir antes de que llegara Lenuel. Sin embargo, esa idea abandonó mi cabeza al toparme con la figura alta suya. Sus ojos verdes cayeron sobre mi pesadamente y como siempre, quise irme de allí, alejarme al instante.

Pero lo que quería había dejado de ser una opción para mí hacia ya varios años. De hecho, ¿cuando tuve yo ese privilegio?

- Ven, vamos a ver el espectáculo - me susurró con una sonrisa de labios cerrados. Di la vuelta sobre mis talones con lentitud, sin querer hacerlo.

- Quédate aquí hasta que llegue el jefe.- el hombre me dio una última mirada antes de abandonar la habitación y encerrarme en ella. Ni intente acercarme a la puerta puesto que había escuchado la llave atraparme entre las cautro paredes de la habitación.

Era bastante grande, con una cama queen cubierta en un set violeta oscuro perlado. Casi negro. El deseo de acostarme y dormir por dias paso por mi cabeza. Pero apesar de que la muerte ahora me sonara bonita, no estaba entrenada para bajar la guardia frente a ningún hombre. Y este sitio estaba hasta el tope de ellos, ni una sola mujer llegue a ver. Pero vamos, que diferencia hacia una mujer si al final seguía en territorio enemigo. Sabía de todas maneras que los lazos entre mujeres en este mundo eran débiles. Eran ellas las que especialmente no dudaban en jalar la alfombra desbajo de tus pies si algún beneficio les traía.

Me había pasado ya decenas de veces. Ya yo no conocía la confianza, eso no existía en mi vida de todas maneras.

- ¿Que demonios traman? - mi ceño se frunció rápidamente al ver ropa de hombre en los cajones de madera oscura.

Al investigar un poco mas confirmé que alguien vivía constantemente en este sitio. Sin embargo, a primera vista pareciera que no. Todo estaba tan plano, tan muerto. Parecía más una habitación de hotel. Me pareció extraño pero tampoco le di mucha vuelta. Aún así, no podía quitarme la idea de la cabeza que planeaban obligarme a acostarme con quien sea que durmiera en esta habitación. Eso o simplemente me tiraron a la primera habitación vacía. Algo altamente improbable tomando en cuenta lo caro que todo parecía aquí. No era cualquier habitación.

Tome aire lentamente y me miré al enorme espejo rectangular sobre la cómoda. Mi maquillaje seguia intacto, claro excepto por la sangre que ahora lo dañaba, pero los lentes de contacto empezaban a molestarme. Joder, mis gotas estaban en mi chaqueta con todo lo demas.

De LuqueWhere stories live. Discover now