Capítulo 11: Arreglando

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Era una maldita broma, lo sabe, reconoce exactamente los movimientos de aquel individuo de la televisión, son los mismos que ha podido ver a lo largo de tantos años, la estatura, el peso y todo encaja con quien está tomando una ducha en ese momento.

¿Creía que era estúpido?

No, no lo era, paciente sí, tolerante también, pero si Katsuki creía que podía verle la cara de idiota, no, eso no lo iba a permitir.

Tomó de su vientre, buscando tomar asiento en el sofá, pero en este momento lo sentía tan lejos que se quedó viendo la pelea de su amante, cómo era golpeado con una fuerza brutal, y no se angustiaba demasiado por eso, Bakugou tenía las tácticas necesarias para no salir lesionado fácilmente, sin embargo, al menos debía haber moratones en su cuerpo, nadie salía ileso de esas peleas clandestinas y justamente no había visto al rubio con poca ropa desde hace semanas, y debió ser más fijado, curioso e indagar sobre el cuerpo ajeno.

¿Cuántos yenes se podían ganar en cada pelea? ¿30,000? ¿50,000 yenes? Se le hacía tan poco para el riesgo que asumían los participantes, entre sus recuerdos pudo encontrar que con cada encuentro se iba ganando más, era un tipo de concurso donde había una final, y solían ser personas con hambre de reconocimiento quienes se la jugaban en tal evento.

Pero Katsuki no era alguien que no fuese reconocido, tampoco un amateur para estar participando en tonterías como esas y no había motivos más que monetarios detrás de ello, eso fue lo que más le molestó, saber que una cantidad de billetes valía hasta su vida.

Al parecer la afirmación de las personas rubias es cierta, son estúpidas, imbéciles, con un complejo de superioridad que le tenía harto.

No, no iba a dejarse más, siendo omega, alfa o lo que sea, esperando un cachorro o no, sigue siendo el mismo Deku, el portador del don más bondadoso.

—¿Qué haces ahí parado? — Katsuki tenía una toalla sobre los hombros, y otra tapando el parte inferior de su torso, estaba casi seco del cuerpo, mientras que su cabello aún tenía unas cuantas gotas por regar sobre sus omóplatos.

—¿Creíste que no me daría cuenta? 

—¿De? — se acercó, intrigado por el suave aroma agrio que el menor comenzaba a desprender. —¿De que ya no compré las galletas que querías? El médico dijo que...

No pudo permitir que siguiera hablando, lo encaró y quitó la parte inferior de la toalla, no se inmutó de la desnudez del rubio, los golpes estaban ahí, el color morado se apropió de su cadera, el muslo izquierdo y arriba de las rodillas.

—Deku, no te debes preocupar... Sabes que es normal lastimarnos en la escuela, tampoco creo que era forma de quitarme la ropa, si querías algo más- una bofetada fue suficiente para cortar su rollo romántico y subido de tono.

—Eres el cabrón más grande que conozco. No, no son las putas galletas Kacchan, ¿¡Cuándo pensabas decirme!? ¿Hasta que te lastimaras seriamente? ¿Hasta que me hablaran por teléfono para recoger tu cuerpo? ¡Eres un maldito imbécil!

—No estoy entendiendo, Deku, por favor... Cálmate, — se acercó lo suficiente a él para tomarlo del brazo e invitarlo al sofá, simplemente el omega se zafó de su agarre. —Piensa en el bebé...

Piensa en el bebé...— río tan irónico, que sus lágrimas fue lo único que delató el trago amargo que le ahogaba. —Hace días nunca pensaste en el bebé, ¡Te importa una mierda nuestro hijo Kacchan! Tú incluso casi me lastimas seriamente, ¿pensaste en eso? ¿Pensaste en que pudiste hacernos un daño irreversible? No me vengas con mentiras, que es de lo que estoy harto. — se sentó lo más lento que podía. —Te vi...

Rechazando mi Destino - KatsuDekuWhere stories live. Discover now