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- mi cara es un asco -dijo Midoriya esa misma tarde mientras veía su rostro en un espejo. Había mantenido una sonrisa forzada en su rostro toda la mañana mientras tuvo sus ojos esmeralda en la ventana hasta que le dijeron que era tiempo de ver su rostro. En el momento en que colocaron el espejo al frente suyo y tuvo la oportunidad de ver su rostro y la cicatriz que había quedado en su cabeza luego de la operación, la falsa sonrisa terminó por borrarse para solo quedar su expresión seria.

- no está tan mal -dijo su madre de forma suave, viendo como su hijo llevaba su mano hacia la cicatriz ya cerrada gracias a Recovery Girl, pasando su mano por la piel.

- no, está horrible -dijo antes de dejar el espejo con molestia en su regazo, cruzándose de brazos mientras miraba por la ventana, observando el atardecer.

Bakugou observaba con un nudo en el estómago la reacción molesta de su esposo, quien tenía su mandíbula apretada y su mirada esmeralda clavada con molestia o tristeza. Sabía que antes no hubiese reaccionado así, recordaba de una ocasión en la que peleando perdió un diente y tenía la mitad de su rostro hinchado, pero lo primero que había hecho fue reírse de como parecía una bola de mochi.

- de verdad podría estar peor -aseguró el rubio, mientras suspiraba antes de que el pecoso se girara, mirándolo con molestia.

- ¿pueden irse, por favor? -gruñó el rizado, antes de recostarse y darle la espalda a ambos, suspirando de forma notoria. Katsuki se giró a ver a la señora Inko, quien sorbió su nariz antes de asentir con su cabeza y tomar su bolso, negando con su cabeza cuando Bakugou hizo el ademán de levantarse.

- mi iré en taxi, tranquilo Katsuki, buenas noches - susurró la señora Midoriya, antes de tragar saliva- buenas noches, mi niño -dijo mirando a su hijo, esperó unos segundos a que le respondiera, pero ante el silencio ella asintió con su cabeza y se fue, escuchando sus hipeos en el pasillo.

Se quedó en silencio por bastante rato, mirando el subir y el bajar de la espalda de Deku por su respiración molesta.

- estoy seguro de que "pueden" es plural -le gruñó el pecoso, mientras apretaba más su cuerpo contra sí, haciéndose más pequeño en la camilla.

- no te dejaré solo, y tu madre no es de pasar la noche en el hospital -aseguró Katsuki antes de que Izuku se girara sobre su espalda, mirándolo molesto.

- ¿qué acaso no tienes una vida? -le gruñó el rizado antes de apretar las almohadas entre sus uñas cortas, mirándolo con molestia.

Bakugou tragó saliva al ver como los esmeraldas no estaban cargados de amor y cariño como hace 15 días, sino de un sentimiento de desprecio insuperable, ¿alguna vez miró a Deku así durante su pubertad, cuando no soportaba verlo?

-mi vida se basa en ti y mis amigos, pero estoy siempre contigo -dijo, observando como la mirada del pecoso se clavaba en la de él con atención- cuando no trabajabas de noche, despertaba y veía tu rostro, ¿sabes lo bonito que era despertar y verte? -murmuró antes de que el pecoso gruñera "mi cara está arruinada"- no, tu real rostro -replicó mientras se sentaba un poco más cómodo- ¿recuerdas tu rostro? Pecoso, bronceado, suave, siempre con una enorme sonrisa aunque todo fuera mal, y tus ojos, Deku, tus ojos! -le dijo con emoción, antes de suspirar y ver los focos de luz que le miraban, ahora con menos intensidad- tus ojos eran y son lo mejor de todo, Izuku -susurró, sonriendo suavemente al ver como el chico sonrió un poco, sonrojándose.

- ¿por qué? -dijo mientras lamía un poco sus labios, y apartaba su vista a otro lado, tratando de no sonrojarse más. Bakugou levantó su mano de forma suave y la llevó hacia el mentón del más joven, tomándolo muy suavemente de ahí, aunque lo sintió tensarse un poco por unos segundos.

- tus ojos llenan de vida a todo el mundo, Deku -dijo en un suave murmuro, mirándolo a los ojos de forma fija- puede ser la peor catástrofe, pero si tú miras y sonríes, todo se ilumina de una forma preciosa -aseguró, haciendo así que asintiera con su cabeza de forma suave- por favor no pierdas ese brillo, Deku -susurró, observando como el chico le miró por varios segundos antes de bajar la mirada, apartándose.

- ¿puedes decirle a mi madre que me disculpo con ella? -dijo el pecoso antes de apartarse, suspirando un poco.

- ¿y por qué menos no le escribes algo? -le sugirió, mientras se giraba y comenzaba a buscar en el bolso que había traído algún lápiz y algo donde escribir.

Así es como Midoriya terminó escribiendo como lo permitieron sus manos en una hoja en blanco de un libro un par de palabras, antes de sacar la hoja con un poco de dificultad y doblarla, entregándosela a Bakugou.

- buenas noches -dijo luego de haberle entregado el papel y girarse, dándole la espalda. Katsuki acercó su mano a su brazo y lo acarició suavemente, antes de retirarse.

Puso la nota en su bolsillo antes de ir hacia su casa, pasando a la casa de su suegra antes. Cuando estacionó afuera  y se bajó del vehículo, sacó la nota de papel y la leyó, suspirando al notar que su letra era errática.

"perdón por haber cambiado, mamá"

Volvió a doblar el papel y caminó a la puerta, tocando esta suavemente. Esperó unos segundos antes antes de ir a la puerta y tocarla, dejando que su suegra abriera la puerta y luego de recibirlo, recibiera la carta. Katsuki rechazó el té que le ofreció y se retiró en cuanto pudo, caminando a la casa de sus padres.

Cuando llegó, tocó suavemente la puerta con sus nudillos y esperó a que alguien abriera la puerta. Casi un minuto después su madre abrió la puerta.

- Katsuki -dijo su madre en un tono suave, viendo como al frente suyo los ojos de su hijo se comenzaban a llenar de lágrimas- me enteré de lo que pasó, esperé a que nos dijeras tú -susurró la mujer antes de tomar la mano de su hijo y entrarlo, viendo como este sorbió su nariz, bajando su vista.

- no se que hacer, mamá -le sollozó el chico, arrugando su rostro ligeramente al tragar de querer contener sus lágrimas- lo perdí, de verdad lo perdí -sollozó antes de sentir llegar a su padre, segundos antes de que su madre le abrazara y le apegara a él- Izuku no volverá, mamá -le lloriqueó, encogiéndose cuando se acercó su padre a abrazarlo.

Bakugou Katsuki desahogó todo el dolor que tenía acumulado hasta ese momento con sus padres, sabiendo lo difícil que sería dentro de solo 7 días más, que sería el momento en que lo dieran de alta.

A Bakugou le gusta MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora