Cap. 7 - En Línea

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10:05 am

Su cuerpo detrás del mío, su respiración agitada golpeando la base de mi cuello, sus manos deslizándose sobre mis caderas...

La punta de su nariz se deslizaba despacio sobre los vellos de mi nuca, mientras sus manos estrujaban mi cintura atrayéndome hacia ella.

- Continúa...

Dijo con una voz profunda voz, y provocando una pequeña briza al hablar, que combinada con el roce de sus labios, causó que mi piel se erizara involuntariamente.

Una extraña debilidad me sobrevino al sentir su boca detrás de mí oreja, y el frío rastro de humedad que sus labios dejaban sobre mi piel mientras bajaban lentamente hacia la base de mi cuello... escalofríos.

- ¡Juliana! - insistió Perlita, causándole  un pequeño sobresalto que la hizo salpicar su café.

- Lo siento, ¿qué...?

- Muchacha, llevo ratos hablándote ¿estás enamorada o qué?

- Perdón Perlita, es que no me he tomado mi café de la mañana y ando en modo zombi - dijo la chica, sintiendo una ola de calor invadirle el rostro.

- Mmmm, ya veo... - sonrió la afable secretaria, entrecerrados los ojos.

- ¿Qué necesita? Dígame - preguntó Juliana, dando un sorbo a su café para disimular el sonrojo.

- El comisario me mandó a buscarte, quiere hablar contigo - dijo la señora.

- ¿Conmigo? - Sabía que debía ser algo serio para que el comisario mandara a llamarla.

- Si contigo, te espera en su oficina en cinco minutos así que apúrale con ese café - afirmó perlita, haciendo un gesto de urgencia antes de seguir su camino.

- Okey, voy en seguida - dijo Juliana mientras la veía desaparecer por la puerta de la cocina.

Que oso, pensó. Era la segunda vez en el día alguien la sorprendía absorta en sus pensamientos, y ni siquiera había acabado la mañana. Tenía que hacer algo para dejar de pensar en Valentina, pues ya habían pasado varios días desde su encuentro en el museo, pero por alguna razón no conseguía dejar de pensar en ella y su inevitable ensimismamiento cuando eso sucedía ya estaba resultando embarazoso.

Aún no había contestado su último mensaje, no porque no quisiera, sino porque no sabía que responderle. Había disfrutado mucho el tiempo cimpartido en L'Atelier: conversar con ella fue liberador, y conocerla un poco mejor había sido interesante; pero recordar los últimos minutos de su interacción en aquella solitaria sala de exhibiciones, hacía que ahora todo pensamiento alrededor de ella tuviera un matiz diferente, y eso le asustaba un poco.

Para empezar, era la primera vez que una mujer la abordaba de esa manera, y aunque se consideraba de mente abierta, consideraba que la ligereza de Valentina había cruzado la línea; pues que ella recordara, su interacción previa no había dado pie alguno pars que aquel encuentro en el museo significara otra cosa... ¿o sí?

Como sea, no era eso lo que la inquietaba en realidad, sino el descubrir que a pesar de lo inadecuado, el acercamiento de Valentina no le había desagrada do para nada. De hecho, recordar el incidente le resultaba estimulante, y con frecuencia se sorprendía a sí misma reviviendo en su cabeza cada detalle de aquel breve, pero íntimo momento.

Al inicio esa epifanía la asustó, pero se calmó a si misma racionalizando lo sucedido: Valentina era una mujer hermosa, pero a ella nunca le habían atraído las mujeres, así que esos pensamientos seguramente se debían a la impresión del momento y al aura de sensualidad que se había generado al describir el voluptuoso cuadro, causando que ahora todo recuerdo al rededor de aquel instante estuviese cargado de erotismo. Tal vez lo mejor era dejar de cuestionarse sobre aquel asunto y continuar con su vida.

LUNA NUEVA de SeptiembreWhere stories live. Discover now