9. Comerciante.

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- ¡Mike! ¡Te encontré!

Esas fueron las primeras palabras que escuché después de casi dos semanas en el bosque. No sabía quién había hablado, pero sentí mi corazón contraerse y mis lágrimas a punto de brotar. El dueño de esa voz era un hombre en la segunda mitad de sus treinta, tenía una barba espesa y un cuerpo regordete, su ropa parecía estar hecha de lino y cuero y desprendía un olor desagradable mientras corría en mi dirección. No era la clase de persona que me alegraría encontrar en cualquier otra situación, pero en esos momentos nada de eso me importó, no podía estar más feliz.

Cuando finalmente llegó cerca de mi, ni siquiera me prestó un poco de atención, en cambio corrió hacia el monstruo que acababa de terminarse otro pescado completo.

- Mike, te estuve buscando todo este tiempo, estaba tan preocupado...

El hombre abrazó por el cuello al enorme monstruo que parecía feliz de reencontrarse con él, pero al mismo tiempo intentaba tomar su distancia de él, ¿era por el olor?

- ¿Este monstruo es tuyo? -pregunté y el hombre finalmente pareció darse cuenta de mi presencia.
- ¿Monstruo? Estás hablando de mi querido Mikel, niña. Es mi amigo y compañero de trabajo.

El hombre me miró de arriba a abajo mientras hablaba, parecía estar molesto de que me refiriera a Mikel como un monstruo, pero no me importó, estaba feliz, no solo había encontrado otro ser humano, ¡sino que hablaba un perfecto español! Mis miedos de estar en otro continente se esfumaron y por primera vez en días me sentí segura.

- A todo esto, ¿quién eres tu y qué estabas haciendo con Mikel?

Estaba tan absorta en mis pensamientos que me olvidé de lo más importante. Su pregunta me devolvió a la realidad y de inmediato traté de pensar en qué debía decir. No podía solo decir "me dispararon y de pronto desperté en el bosque" y esperar que me creyera. Me quedé en silencio un momento antes de responder.

- Me llamo Diana. Estoy perdida y necesito volver a casa, ¿podría prestarme su teléfono un momento por favor?"

Le supliqué tan sinceramente como pude sin siquiera preguntarle su nombre, eso no podría importarme menos, solo quería poder llamar a mis papás para pedirles ayuda.

- ¿Prestarte mi qué? -el hombre respondió mientras hacía una mueca de confusión.

- Su teléfono celular, ¿o por lo menos puede decirme dónde hay un teléfono público?

- ¿Teléfono?

¿Se estaba burlando de mí? Era imposible que en pleno siglo XXI alguien no supiera qué era un teléfono, ¿cierto? Incluso los bebés dicen "teléfono" poco después de decir mamá y papá. Aunque juzgando por el aspecto del hombre en cuestión, tuve que darle el beneficio de la duda. Pensé en insistir con el teléfono, pero eso parecía ser un callejón sin salida así que opté por cambiar mi enfoque.

- No, no importa, ¿sabe dónde hay algún pueblo cerca de aquí? En verdad quiero volver pronto a mi casa.

- Hay una aldea a dos días de aquí, yo estaba en camino hacia ella pero Mikel escapó ayer por la tarde luego de que se abriera una jarra de polvos Uli y... bueno, ya sabes cómo huelen esas cosas.

No, no tenía idea de qué eran los polvos Uli o a qué olían, pero si hicieron que ese monstruo huyera, no tenía ganas de descubrirlo. Simplemente asentí a lo que el hombre barbudo dijo mientras pensaba en mi siguiente movimiento.

- ¿Podría ayudarme a llegar a esa aldea? No tengo problema con caminar e incluso puedo preparar una fogata y atrapar algunos pescados.

Mientras yo hablaba, el caballo-rinoceronte se alejó del hombre y restregó su rostro contra el mío. Tal vez quería deshacerse del olor de los polvos Uli que todavía emanaba de ese hombre, pero fuera como fuera, ese hecho sirvió a mi favor.

Morí y ahora vivo en mi libro favoritoWhere stories live. Discover now