Doscientas ochenta palabras

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Siento miedo, porque no tengo miedo, usualmente él me tiene. Cuando salen, cuando salgo, cuando se quedan callados, cuando hacen mucho ruido. Los dieciocho minutos que me toma caminar las doce calles para llegar al trabajo miro hacia atrás cuarenta y ocho veces, a los lados poco más del doble; sin contar los cruces. Solo pienso en todas las cosas que pueden pasarme, en ocasiones las personas me ven raro, porque yo les miro raro. Lo lamento, probablemente eres buena persona pero me ha perturbado sentir que te acercas cuando camino, me da miedo que puedas hacerme daño y si eso ocurre le crearía problemas a los demás, no me gusta crear problemas. Mi respiración se acelera y comienzo a sudar, siento como se enfrían mi rostro y mis manos, camino con más prisa pero es difícil porque debo estar atenta a seguir el camino correcto. Eso es solo ir al trabajo en uno de los días buenos. Del trabajo uno al trabajo dos, de allí a casa y luego al trabajo tres los lunes, miércoles y viernes o a casa de mi familia martes y jueves. Si saben dónde estoy y cuando, estarán bien. Las rutinas no son tan malas hasta que te das cuenta que alguien podría aprovecharse de ella y pasa todo de nuevo. Cuando salen y no sé a dónde me da miedo, los desconocidos me dan miedo y me da miedo sentir miedo porque me ocupan pensamientos negativos, despiertan emociones extrañas y aun cuando una parte de mi me dice que están bien es una constante batalla que no se acaba hasta que regresan a casa, hasta comprobar que sí es cierto que están bien. 

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⏰ Last updated: Oct 17, 2019 ⏰

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