El hombre que ríe

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Me llamo Arthur, no sé si ya lo mencioné. Pero a lo largo del día me llaman por muchos nombres distintos y al final ya ni sé quién soy. Para mamá soy "Feliz", para mis colegas payasos en JAJA soy Arthur o "Art". Para todos los demás soy "fenómeno", "idiota", "imbécil" y todos sus derivados.
Y bueno, también está el nombre artístico que aún no tengo pero que debo encontrar para cuando me convierta en un comediante famoso. Sigo pensando en uno apropiado...

Después del incidente del otro día, Hoyt, nuestro jefe, me retiró de la tienda de música. Al parecer el dueño reclamó por el cartel roto. Después de descontarme cien dólares por eso, me asignaron a un puesto de trabajo nuevo. Es una tienda de zapatos que, al igual que la tienda de música, necesita liquidar todo su inventario antes de clausurar su negocio. Todo el mundo está en quiebra hoy en día...

- Si rompes o pierdes o te robas otro cartel, tendré que despedirte, Arthur.- me advierte el jefe antes de salir.

- Pero señor, ya le dije que me asaltaron.

- Para qué mierda querría alguien un maldito cartel de payaso? No tiene sentido!

- Tampoco lo sé...pero así fue.

- Sea como sea, no quiero más reclamos de parte de nuestros clientes. Ahora levanta el trasero y ponte a trabajar!

La mañana transcurre con tranquilidad. Sostengo un letrero, lo giro, bailo y saludo a la gente que pasa. Muchos se acercan a la tienda y los veo salir con bolsas y cajas de zapatos. Algunas veces los niños pequeños me saludan. Ellos me agradan. Son los únicos para quienes los payasos somos dignos de admiración.

Normalmente trabajo hasta las 5:00 de la tarde. Pero a penas son las 2:00 y ya no hay nada más que vender. El dueño de la tienda se me acerca.

- Eres un tipo agradable...me ayudaste a venderlo todo en un solo día!

Agradable? Nadie nunca se había referido a mí en esos términos.

- Cómo te llamas?

- Arthur.

- Arthur! Toma una propina, come algo y vete a casa temprano. Aquí ya no hay nada más que hacer.

Vaya, es la primera vez que recibo una propina. Llevaré un pedazo de pastel para mamá! Parece que hoy será un buen día después de todo.

Tengo mucha hambre y decido comer algo antes de irme a casa. Me dirijo hacia una tienda cercana y me compro un pequeño sandwich. El cajero me mira raro. Me imagino que no todos los días debe ver payasos comprando en su negocio.

A la vuelta de la esquina hay una pequeña plaza. Busco una banca libre y me siento a comer. Los días en Ciudad Gótica son generalmente muy oscuros y hoy no es la excepción. Pero aún así hay bastante gente. Me distraigo mirando pasar a las personas, hombres, mujeres, niños, ancianos, también hay algunos perros. La mayoría parecen estar apurados, y otros pocos parecen estar perdidos, deambulando sin rumbo.

De pronto se arma una pelea entre un grupo de jóvenes. No sé cuál es el problema. Dejo de comer y me quedo observando la escena que se desarrolla a pocos metros de mí. Y entonces uno de ellos se percata de mi presencia.

- Ey tú! Payaso! Qué mierda estás mirando, eh?

Ay no.

Se me acerca. Aquí vamos de nuevo...

- Estás sordo? Dije qué mierda estás mirando?

- Nada, nada.- digo.

Y la maldita risa me ataca otra vez. Me empiezo a reír a carcajadas. Eso llama la atención del resto del grupo. Ya se parecen haber olvidado de que estaban peleando y ahora todos están enfocados en mí.

Sonríe y pon tu mejor caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora