Capítulo 15.

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Eleven logra sostenerse de algo entre la nada que la rodea. Todo es vertiginoso, caótico, explosivo. La risa de un diabólico payaso retumba en su cabeza.

—¡¿Qué quieres?!— grita Eleven, con lágrimas en los ojos.

Frente a ella, aparecen unas letras escritas en sangre:

V e n g a n z a

Ella levanta las manos, casi desesperada. Puede sentir a Mike y a la otra chica, Beverly, pero éste payaso, éste... ente extraño, le bloquea la vista con trucos sangrientos. Así que Eleven apunta hacia adelante y aplica toda su fuerza, gritando. Las letras en sangre se deshacen y ella cae al agua. Al salir, lo ve con claridad. La puerta, el número, el lugar. Allí está Mike, ayudando a la pelirroja a levantarse. Solo es un instante, pero logra ver lo suficientemente. Pennywise la jala de los tobillos, y al voltearse a verlo tiene el rostro del doctor Brenner.

—No te irás tan de prisa.

La arroja al piso y se encuentra en un día de lluvia, en la calle de Hawkins. Tiene quince años y frente a ella está Will, a quién le corren las lágrimas por las mejillas mezclandose con las gotas de lluvia. Es un recuerdo.

“¿Te gusta Mike?” ella no lo pregunta, pero es su voz la que lo dice.

Will trata de secarse las lágrimas con el dorso de la mano.

“¿Me odiarías si así fuera?” es lo que él responde.

—Recuerdo ésto— murmura Eleven, sintiéndose culpable.

Pennywise la está atrapando.

....

Iker tiene la espalda apoyada en la puerta, ejerciendo fuerza para poder mantenerla cerrada. Es poderoso, pero demasiado demonios están sobrepasando sus fuerzas.

La nariz de Eleven sangra como un río, e incluso ella tiembla un poco de cuerpo entero. Por su estado, parece que Pennywise la ha atrapado en su plano, seguramente con ilusiones.

—¿Qué le pasa? ¿Qué hacemos?— pregunta Will con desesperación, refiriéndose a Eleven.

El rubio mira al chico Kaspbrak. Es una emergencia, tendrá que confesarlo. Hice algo más que salvarte, creo que no te gustará...

—Eddie, creo que es tu momento de... Agh...brillar— dice el de ojos rojos.

—¿Mi momento de qué? ¿Qué dices?— pero el tono de Eddie no es de incertidumbre completa, si no de miedo, porque lo sabe, muy en el fondo lo sabe.

Recuerda la primera vez que lo sintió, que no seguía siendo el mismo. No por ser Liam, ni por todas las tragedias, fue diferente...

Vivir en la casa de Richie era agradable. Los padres de Richie eran muy agradables y Richie... era perfecto, por cursi que sonara.

—Eds, cariño, ¿por qué no vienes aquí un momento?— llamó Richie desde la habitación, imitando una de su cada vez más amplio repertorio de voces.

Eddie apartó la mirada del espejo del baño, se secó la cara con una toalla de mano y salió.

Richie estaba esperando al final del pasillo, afirmado en el marco de la puerta de su habitación (la habitación de ambos ahora), al verlo, estiró las manos hacia él.

—Ven— le dijo con dulzura.

Había pasado apenas una semana desde que todo había “terminado”. Los Tozier le habían dicho a Eddie que podía quedarse el tiempo que quisiera así que ¿cómo negarse?

De vuelta a casa | Reddie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora