Capítulo 5: Una leyenda de amor

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28 de Octubre
11:30 horas

Los patinadores han terminado de desayunar, fueron a tender sus camas y con ello a quitarse el pijama. Doña Briseida les ha avisado que hoy también necesita de su ayuda pues planea ir al mercado del pueblo para comprar la fruta que utilizara para la ofrenda.

Como el mercado queda algo lejos de la casa de Leo e irán caminando, aprovechan para apreciar mejor los alrededores del pequeño pueblo.

Por las calles pueden empezarse a ver distintos adornos alusivos a la fecha, catrinas, calabazas con caritas pintadas, telarañas falsas en las puertas de algunas casas y tiras de ese extraño papel delgado de colores, colgando de extremo a extremo en las calles.

Poco a poco iba sintiéndose esa buena vibra por la emoción de la festividad.

Llegando al mercado ven muchos puestecitos sobre las banquetas de la calle y lonas cubriendo a estos. Se puede ver qué hay de todo, venta de fruta, verdura, ropa, disfraces, zapatos, dulces, etc...

-Entonces así es como se ve un mercado en México. - comenta Guang admirando todo a su alrededor.

Empiezan adentrarse en el mercado, la abuela de Leo es quien los guía y les ha dado la orden que no se despeguen ni un solo segundo de ella, ya que podrían llegar a perderse.

Llegan a un gran puesto en el que venden fruta y la abuela de Leo comienza a pedir todo lo que llevará. Los chicos que atienden inmediatamente se disponen a despachar.

Una vez que las personas terminan de poner su mandado, los chicos ayudan a cargar ya que ha pedido mucha fruta y doña Briseida no puede cargarlo sola.

Siguen caminando por aquel mercado y se topan con un gran puesto de dulces típicos. Los chicos se han quedado atónitos al ver la variedad de estos y sus distintos colores.

-Vamos chicos pueden pedir lo que quieran. - doña Briseida se dirige a los chicos acercándolos a ese puesto.

Todos recorren con la mirada aquel puesto y ven los diversos tipos de dulces.

-Leo ¿cuáles nos recomiendas? - habla Guang.

-En lo personal a mí me gustan las pepitorias, aunque también los macarrones, pero también las alegrías y palanquetas, pero más las cocadas. - sonríe.

- ¿Y ahora puedes decirlo en nuestro idioma? - Yuri lo ve algo confundido y molesto al mismo tiempo.

-Ahh. - grita Leo con algo de fastidio. - solo escojan el que más les llame la atención.

Los chicos se quedan pensando y después de un rato empiezan a escoger los dulces que quieren.

De pronto a Pichit le llama la atención un par de dulces que tienen la forma de una calavera, algunas son blancas y otras de color café, deduciendo que estás pueden estar hechas de chocolate.

-Leo ¿qué son estos dulces? - Pichit señala a los dulces antes mencionados.

- ¡Ahhh! - Leo grita con emoción. - ¡estos dulces son mis favoritos! - toma de los hombros al moreno y lo sacude de un lado a otro. - son calaveritas de azúcar, ahora que lo pienso sería buena idea poner un par en la ofrenda. - se queda algo pensativo mientras que se pinta una gran sonrisa en su rostro.

Leo indica a la señora que está atendiendo el puesto que ponga en una bolsa un par de calaveritas de azúcar. La señora obedece al castaño y mete en una bolsita los dulces, después le entrega a Leo. Cuando las recibe el castaño no evita ponerse tan contento.

Doña Briseida se acerca al puesto para pagar todo lo que los chicos han pedido, aunque Leo pone la mitad de lo que les cobran.

Después de esto regresan a casa, pues doña Briseida aún debe cocinar la comida de la ofrenda, en lo que los chicos la ayudan poniendo los kilos de fruta que han comprado.

Día de muertos | Especial: Yuri On Ice|Where stories live. Discover now