Capítulo 24

10.4K 1K 233
                                    

—Joder, date prisa — le presiono bajando las escaleras, aunque él va frente a mí y tira de mi mano.

—Qué crees que hago — contesta y me lo imagino rodando los ojos.

—¿Y ahora? — pregunta Astaroth al mirarnos correr —. ¿Por qué tanta prisa?

—Vamos tarde — logro contestar pasando frente a él.

—Y a una misa — agrega Lucifer poniendo los ojos en blanco.

Salimos de la casa y por suerte el auto está aparcado a unos metros de la entrada.

Ambos nos soltamos de la mano y subimos sincronizados al auto. Me pongo el cinturón mientras ya vamos en marcha.

—Quince minutos — digo mirando el reloj —. Tenemos quince putos minutos para llegar.

—¿Por qué tanta prisa? Nadie llega a tiempo a los compromisos, menos a una misa.

—Bueno, tal vez porque es mi madre la novia. No lo sé, tal vez sea por eso. Supongo.

—No estoy acostumbrado a que me hables con sarcasmo.

—¿Y eso es culpa mía?

—No dije que lo fuera.

—Está bien, voy a fingir que nada pasa y vamos puntuales a la boda de mi madre.

—Llegaremos a tiempo.

—Ajá — me quejo mirando nuevamente el reloj.

—¿Cuándo he mentido o no cumplido algo que digo?

—Cualquiera que sepa quién eres y te escuche decir eso, se muere de la risa.

—¿Cómo por qué?

—Eres Lucifer, y tienes la mala y equivocada fama de mentiroso.

—Yo no soy mentiroso — se defiende —, jamás en mi vida he mentido.

—Las personas creen que las mentiras son muy de los demonios.

—Eso tal vez no te lo pueda negar — acepta —. Pero por ese mismo hecho quedo exento de eso.

—¿Qué?

—Llegamos — contesta en vez de aclarar mi duda.

Miro al frente y confirmo lo que me ha dicho. Hemos llegado.

—Como hubiera querido tenerte hace cinco años — menciono recordando mis constantes retardos en la escuela.

—Date prisa — dice frenando frente a la iglesia —, iré a estacionar el auto, busca a tu madre.

Bajo del auto enseguida, y apenas cierro la puerta me hecho a correr en dirección al tumulto que veo a unos metros.

Todas las mujeres que veo tienen un vestido color lila, eso me dice que son las damas de mi madre, y por lo tanto ella debe estar ahí.

—Ya llegué, ya llegué — anuncio llegando a ellas y abriéndome paso —. Aquí estoy.

—Cariño, te ves hermosa — suelta mamá en cuanto me mira y se me va encima abrazándome.

—Pensé que la que debía decir eso era yo — contesto sin aliento, pues me está abrazando muy fuerte.

—Lo siento cariño...

—Te ves hermosa — digo al fin observándola de pies a cabeza —. En serio.

—Muchas gracias, cariño.

—¿Y mis hermanos?

—Hace unos minutos llamaron, no tardan en llegar.

—Más les vale, que si no están aquí voy por ellos.

The morning star Место, где живут истории. Откройте их для себя