Un Ángel en mi Camino

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Uff!! Aun suspiro como aquel día y trato de no sentirme mal al hablar de ella, pero que puedo deciros si me juzgáis a su antojo.

Cuando cumplí 18 años mi familia había decidido que sería uno de los discípulos de Dios, en esa época era un gran honor y enaltecía la posición de las familias al dedicarme a tan oficio, era un honor para todos… excepto para mí, yo siempre fui un alma libre… me encanta la aventura, quería ser un diplomático, jurista, historiador, escritor y porque no hasta un agente secreto italiano, pero ellos tenían que decidir por mí, al final de varias discusiones con mi padre y al ver la angustia de mi madre opte por hacer lo que me pedían.

Me enliste en el seminario y comencé mi preparación, regularmente nos enviaban a realizar visitas a familias aristócratas para llevarles la palabra de Dios así que en una de tantas veces que hacia esas prácticas la conocí…

Aun recuerdo nuestro primer encuentro, ella tan linda regando las plantas del jardín, era un bello rosal rojo pasión. Me quede algún tiempo ahí parado y admirando a aquella belleza tan frágil, con esa piel blanca como la nieve, con ese hermoso contoneo de caderas y esa sonrisa sutil y angelical.

-¡Darién! ¿Estáis aquí? o ¿ya estais con Dios dándole vuestras excusas tontas por mirar a esta mujer?- era Andrew mi compañero del seminario que ya estabais dándose cuenta de mi fascinación por aquel bello rostro

-¿Qué os pasa?- me habeis golpeado   fuerte

-¿No creeis que ya fue mucho navegaros en la luna?  ¡dejamos de verle se dará cuenta y creo que no es bueno para vuestra reputación!- Andrew siempre tan atento a vuestra distracción.

- ¡He! Mmm –garraspe mi garganta para tratar de cobraros la cordura, aunque siendo sinceros ya estabais extasiado con la sola presencia de aquella bella creatura.

-¡Creo que Cupido te habeis dado fuerte! Jajaja,  jajaja – ¿y ahora a este caballero que le os pasaba? Me preguntaba por la forma tan tosca y graciosa que reía… más bien  la forma en que se os burlaba

-¿¡Estais demente!? Será mejor que nos acerquemos y nos presentemos ¿no crees? – ella un no se habíais percatado de vuestra presencia pese de la risa escandalosa de Andrew

-¡Si claro! – notabais el tono irónico de mi amigo y compañero. Nos comenzamos a acercar a ella y estando apenas a algunos metros de distancia una voz ruda y ronca me saco de mi trance

-¡Buenos días mis Señores! Debeis ser los seminaristas que mando el sacerdote Tomoe para acercarnos a Dios antes de la boda de mi hija?– ¿qué habeis dicho este hombre? ¿Boda de su hija? Mi tristeza sin motivo alguno comenzó a aparecer en mi rostro

-¿Pero qué os pasais mi señor? Te has puesto algo pálido- tenía razón ese hombre comencé a sudar frio y mi cuerpo comenzaba a sentir angustia sin justificación alguna o al menos eso creía en ese momento.

-Discúlpais buen hombre, ha sido el viaje, mi compañero está cansado, bueno ambos estamos exhaustos, ¿le molestaría mostrarnos vuestras habitaciones?

-¡Oh si disculpais! Mi nombre es Sir Kenji Tsukino, es un placer para vuestra casa contaros con la ayuda de Dios en estos  momentos de tempestad.- ese hombre me parecía algo extraño, aunque algo en mi interior comenzó a tenerle compasión y molestia a la vez

--¡Mimet! ¡Venid acá  por favor!- le gritaba a la criada con voz entre alegre y angustiada- ellos son los jóvenes que estábamos esperando, por favor llevaros a sus habitaciones y preparadles el baño, la cena es a las 7pm sed puntuales- se dirigió a nosotros nuevamente- espero que su estancia aquí sea de lo más placentera, un honor para mí haberos conocido y bienvenidos- extendió su mano a nosotros y sentí su saludo fuerte y seguro al estrechar nuestras manos.

-Soy Sir Darién y el es Sir Andrew es un placer estar aquí- mi saludo fue cordial aunque algo en mi interior había cambiado, aun no se que era… pero este encuentro se que significaba mucho

-Bienvenidos a mi humilde morada, por favor Mimet acompaña a los caballeros- nos retiramos haciendo  una reverencia ante ese hombre alto, fornido, de edad avanzada pero de mirada recia.

-¡Acompañaos, por aquí mis señores!- seguimos a la ama de llaves por varios pasillos iluminados por grandes ventanales, se podía ver hacia el jardín, estiraba mi cuello para alcanzar a verla pero ya no estaba ahí.

-Aquí serán sus habitaciónes, cualquier cosa no dudáis en pedirla- hizo una reverencia que fue correspondida por una igual de vuestra parte y se retiro.

Cabizbajo por su ausencia… ¿acabo de pensar en su ausencia? Esto sois grave, mi espiritualidad estaba siendo seducida por mis demonios internos, esos que te llevan del deseo al acto. Tenía que tranquilizaros, por mi bien tenía que controlar mis sentimientos.

Como era posible que con solo verle me estuvieras pasando esto, ¿qué pasabais por mi cabeza?
Me preguntaba una y otra vez...

-Lo que debéis hacer es terminad
de desempacar, tomad un baño y preparaos para la cena- ¿esta era mi conciencia?... no era Andrew que me estaba dando indicaciones, era como mi padre, siempre estaba un paso antes de mi, el era solo dos años mayor que yo, pero sus pensamientos eran de un caballero de mucha más edad.

-¡eeeeh! ¡Si claro! ¡La cena! ¡Ahí podre verle de nuevo! -parecía un niño pequeño emocionado con un juguete nuevo

-Te aconsejais que tratais de mantener tus pensamientos solo en tu cabeza, ya que podrían traeros problemas- ¡oooh por Dios! Andrew tenía razón, sois un hombre de Dios y no me puedo permitir volveros a hablar de estos temas… la razón volvía a mi mente con aquellas palabras, el resto del día trate de calmar mis ánimos y estar tranquilo.

El reloj marcaba las 7:00pm en punto ya estábamois acercándonos al gran comedor de la residencia Tsukino cuando una voz angelical y dulce me hizo detenerme al acto de escucharla

-¡Buenas noches tengáis mis señores!- aun no la miraba a la cara pero ya mi corazón reconocía esa cercanía

-Mi lady buenas noches, me os presento soy Andrew Gozzi Furuhata, a sus pies- Andrew se os había adelantado a daros sus respetos a aquella damisela.

-Buenas noches tengais usted, mi… mi Lady-tartamudee, aun así no dude y tome su mano que cubría con un guante blanco, le di un pequeño beso y al levantar mi mirada y veros por primera vez de frente y a los ojos me inmute, Dios Santo era más hermosa de lo que pensé, esos hermosos ojos azulados como el mar, su voz, su rostro angelical, me había quedaos con la boca abierta hasta que escuche de nuevo su voz

-Os agradezco tan hermoso gesto, pero no era necesario, yo debería estaros besando vuestra mano mi señor!- se postro ante mí, tomo mi mano y la beso como si ya fuera el sacerdote supremo- le debo mis respetos y espero ser una buena dama y seguiros las enseñanzas que me fueren impuestas por Dios- me había quedado de nuevo sin habla.

-¡Buenas noches hombres de Dios! Acercaos que la cena ha sido servida- era Mimet que nos invitaba a pasar al comedor a degustar los sagrados alimentos.

Ella se incorporo poco a poco y camino hacia el comedor, ¿pero qué pasa con vos? Ni siquiera sabía su nombre y su sola presencia inmutaba cada uno de mis sentidos.

-Me disculpáis mi Lady pero no me habéis dicho su nombre- volteo hacia mí y me regalo una bella y minúscula sonrisa

-Serenity…Lady Serenity Tsukino y muy pronto…- interrumpió su charla ya que su padre se acerco y le dio un beso en la frente.

-Me os doy cuenta que ya conocis a vuestros invitados… Sir Andrew y Sir Darién, sois los seminaristas que la arquidiócesis mando a rescataros mi bella Sere- ella lo veía a los ojos con una mirada que reflejaba tristeza,  ¿que había detrás de esta familia? Aun no lose pero no dudo que en algún momento os encontraria mis respuestas

-En eso estabais padre cuando llegaros, les extiendo mis respetos de nuevo caballeros, les parece si pasamos a la mesa- ella fue la primera en caminar, no os podía dejar de ver ese contoneo de caderas, sois una chica tan bella de pies a cabeza, hasta su peinado me parecía perfecto con esos rizos dorados que se asomaban debajo de ese peinado extravagante.

Tal vez era demasiado indiscreto, pero no podía evitaros, la sensación de sentir su presencia cerca de mi erizaba mi piel e iluminaba mi mirada.

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