Jess

151 11 3
                                    

Nunca me había importado el tono de mi piel o el color de mis ojos. Tampoco me había importado la forma de mi cabello y si era bonita o no. Jamás me habían importado ese tipo de cosas hasta que crecí y empecé a conocer las inseguridades.Crecí en un orfanato hasta la edad de 7 años, jamás conocí a mis padres y jamás me pregunté el porqué habían decidido dejarme ahí. Para esa edad, era una niña muy madura, y había aceptado desde entonces mi destino, pasar toda mi vida en un orfanato, cuidando a los que eran mis amigos, soñando despiertos el poder algún día cumplir todo lo que leíamos en viejos cuentos.

Soñando alguna vez... tener una familia.

Era un sueño que había decidido dejar atrás, las familias que venían a adoptar por lo general adoptaban bebés recién nacidos, nosotros los mayores ya no teníamos oportunidad alguna, así que no nos importaba el vernos bien cuando las familias venían a conocernos.

Corría hacia el gran salon con un leotardo rosa, medias y un tutu del mismo color, Kaitlin y Kaleb, dos gemelos que eran un año mayores que yo, disfrutábamos de la pequeña clase de baile que daba la Sra. Rose, quien era una mujer de mayor edad, pero era muy paciente y amable con nosotros, así que todos la queríamos mucho, la veíamos como una abuela.

De un momento a otro, me hacía en el suelo a causa de haber golpeado con algo que se interpuso en mi camino, una mujer de cabello pelirrojo y ojos azules que reflejaban preocupación alguna, se apresuró a socorrerme de la caída.No había escuchado nada de lo que había dicho, solo me limité a asentir y llevar mi dedo pulgar a mi boca, en señal de nerviosismo, estaba perpleja por lo bonita que era.

—Que bonito tutu cariño —dijo ella —¿te gusta bailar? —yo solo asentí mientas la mujer se colocaba a mi altura —a mi también me gusta bailar —sonreí mostrando mis dientes de leche —¿cual es tu nombre cielo?

— Jess —dije casi en un susurro, la mujer entonces miró a un hombre que estaba a sus espaldas, y sonrió, me tocó de la mano, sin yo saber que sería quien cambiaría mi destino.

(...)

Papá y mamá venían tomándome cada uno de la mano, para llegar a casa de la abuela de papá, Papá había dicho que podía llamarla abuela también, pero no me iba a presionar sobre eso, hoy era el día en que oficialmente me iban a presentar como un miembro de la familia Osterfield.
Ojos con pieles claras y cabelleras rubias era todo lo que veía, veía a detalle el como todos sonreían a mi dirección, y me daban montones de regalos, no lo entendía, no era mi cumpleaños.

Un niño un poco más alto de yo, ojos azules y cabellera rubia, se acercó a mi con un rostro que denotaba 0 emociones, hasta que sonrió.

— Hola! —saludo el niño de ojos bonitos —soy Harrison ¡Somos primos! —dicho esto, me abrazo mientras yo torpemente le correspondía el abrazo.

(...)

—Jessica Anne Osterfield! —demonios, mamá había encontrado el jarrón que por accidente había roto, no hubiera sido accidente si Harrison no se hubiera quitado cuando le lanzaba una pelota de béisbol.

Estaba muerta.

—¿Alguien pidió ayuda? —Harrison estaba en la ventana de mi habitación, durante estos años, jamás había tomado importancia a su apariencia, pero se había vuelto bastante guapo, lo que hacía que me sonrojara cada ves que lo veía —te sonrojaste de nuevo, ¿algún día me dirás por qué? —dijo divertido.

—No estoy sonrojada! —claro que lo estaba —obstruyes el aire de mi ventana, y empieza a hacer calor —lo empuje levemente hacía un lado. Era la excusa más patética que tenía.

Wrong SpellWhere stories live. Discover now