Capítulo 17

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Samantha:

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Samantha:

Es increíble como el tiempo ha sucedido desde que llegué. Me he adaptado de la mejor forma posible, acompañando al señor Arthur en todas sus actividades. Un día tuve que asistir a una gala a beneficio del cáncer de mama, por su fundación. Fue muy extraño, pues toda la gente no dejó de mirarme con sorpresa. Desde ese día juré que no usaría más ese vestido que me compró para asistir. La gente, tanto como la isla o aquí es igual de presuntuosa, piensan cosas que no dan siquiera al clavo.

Los días en California han sido más calurosos, con temperaturas bien elevadas y con escusas necearías para salir a la playa. Luka me mostró todo lo hermoso que puede llegar a ser un día verano en California. Los primeros días después de conocer lo geniales que pueden ser los domingos, quería salir casi todos los días, pero mi periodo llegó apenas comencé a disfrutarlos. Mi salud no era nada estable, el sangrado me generaba grandes punzadas que me rompían a segundos. La señora Ana no me quería así de mal así que los días pasados me envió a la cama y esta no era la excepción.

—Señora Ana, por favor —Supliqué con ambas manos juntas.

—¿Qué te dije sobre señora Ana? Dime solo nana, Sam.

—Perdón —Mis mejillas se tiñeron de rojo—. Pero no quiero estar en cama, ya lo he estado por tres días. El abuelo me necesita, además me debe una jugada de ajedrez y prometimos ir al museo.

—No me mientas, que no te sale para nada —Me crucé de brazos negando y ella dejó un tazón de sopa en la mesa—. Espero que esto alivie un poco ese dolor.

—Todo estará bien, nana —Tomé la cuchara de la sopa y comencé a hacer círculos en ella—. ¿Sabes dónde está Luka?

—Fue a clases, le tocaba examen —Negué suspirando fuertemente.

—Debería dejar eso.

—Díselo a su hermano —Ella comentó sin importancia y de inmediato puso una mano en su boca, causándome una carcajada que de pronto se convirtió en dolor—Te lo mereces

—Mala —Le saqué la lengua.

Con la sopa solo llegué hasta la mitad porque el malestar que me causa mi vientre es muy doloroso. Tomé aire para facilitar la respiración y me quejé en medio de la sala. La nana, me vio bastante preocupada ya que no fueron muchos los días que llevo de la misma forma. Es como si me dispararan todos los días. Me paré de la mesa y llevé una mano a mi vientre.

—Duele mucho, nana —Confesé al fin, ya no puedo soportarlo.

—¡Hija, por dios! —Me ayudó a caminar por el pasillo—. Si en unas horas esto no se acaba, me veré en la obligación de llevarte al hospital.

—Todo pasará, lo juro.

—Eres demasiado terca.

—Lo lamento.

No culpes al deseo (disponible solo hasta el 18 de Marzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora